Para destacar el importante papel del perdón en la obtención de la paz, y no solamente la paz terrena sino la paz permanente, el siguiente análisis es muy ilustrativo y a la vez nos permite comprender términos orientales que manejamos cotidianamente y en los que muchos hemos creído.
Reencarnas cuando no perdonas al otro, y
Sufres el Karma cuando no te perdonas a tí mismo.
La consecuencia de este razonamiento es fabulosa:
¡En nuestras propias manos está la liberación,
tanto de la sucesión infinita de vidas
como de las consecuencias de nuestros actos pasados!
La razón para hacer esta afirmación, es bien clara:
- Si no perdono lo que me hizo el otro, vendrá algún tipo de ajuste de cuentas, naturalmente en un nuevo escenario.
- Y si no me perdono por lo que pude haber hecho en alguna circunstancia pasada, yo mismo generaré y aceptaré el castigo del que me siento merecedor.