Lo opuesto a la dicha es la depresión. Cuando lo que aprendes y haces fomentan la depresión en lugar de la dicha, es que no estás escuchando al Maestro interior ni aprendiendo sus lecciones.
El problema en el Sistema en que vivimos, es que el concepto que ahora tienes de ti mismo garantiza que tu función aquí sea por siempre irrealizable, e imposible de llevar a cabo. Y así, te condena a una amarga y profunda sensación de depresión porque por las reglas mismas de la simulación, ningún esfuerzo tiene éxito real.
Sin embargo, esto tiene solución, pues dicho concepto de ti mismo no tiene por qué ser fijo e inalterable, a menos que decidas que no hay esperanzas de que pueda cambiar y lo mantengas estático y oculto en tu mente. Entonces, comprende que todas las alternativas están en tu mente para que las uses, y puedas verte a ti mismo de otra manera. ¿No preferirías considerarte alguien necesario y no un ego inútil luchando aislado?
EL EGO
¿Quién crees que eres? Identificarte con el ego es atacarte a ti mismo y empobrecerte; sentirte desposeído!
Lo que experimenta quien cree que es el ego (su profesión, su raza, su nombre, su riqueza, sus títulos…) es depresión e ira, ya que se odia a sí mismo. Él no se da cuenta de esto. Aun, si fuera plenamente consciente de que está sintiendo ansiedad, no percibiría que el origen de ésta reside en su propia identificación con el ego.
Por eso, siempre trata de lidiar con ella haciendo algún convenio demente con el mundo y las farmacéuticas. Y es que siempre percibe este mundo como algo externo a él, pues esto es crucial para su propia adaptación. No se da cuenta de que él es el autor de este mundo, pues desconoce la verdad de que fuera de su mente no existe nada.
¿No te das cuenta de que el ego sólo puede embarcarte en una jornada que únicamente puede conducirte a una sensación de inutilidad y depresión? Buscar y no hallar” durante años, no puede brindar nunca felicidad. ¿O quieres continuar siguiendo la falsa promesa de este sistema?
LA REALIDAD
Para entender mejor, veamos cómo funciona la realidad. La realidad no necesita tu cooperación para ser lo que es. Pero tu conciencia de ella necesita tu ayuda para verla correctamente, ya que tener esa conciencia es algo que tú elegiste. Por un lado, si le prestas oídos a los dictados del ego y ves lo que él te indica ver, no podrás sino considerarte a ti mismo insignificante, vulnerable y temeroso. Ahí experimentarás la depresión: una sensación de no valer nada, entre sentimientos de inestabilidad e irrealidad. Llegarás a creer que eres la desvalida víctima de fuerzas que están más allá de tu control y que son mucho más poderosas que tú. Y creerás que el mundo que tú mismo imaginaste rige tu destino. Pero tu creencia en ese absurdo, no puede volverlo real.
Como resultado, la depresión y la actitud de defensa permanente de todo y de todo, no pueden sino ser tema de todos los sueños que asumes como tu vida, pues el miedo es el elemento de que se componen. El fino disfraz de placer y alegría en el que tal vez vayan envueltos por momentos, apenas cubre el grueso bloque de miedo que constituye su interior.
Así que, ignorar o negar la chispa divina en ti y en los demás, es lo que conduce a la depresión, porque siempre que ves a los demás desprovistos de ella, estás negando al Infinito de la que hacen parte todos. Y mantenerse en la negación del Infinito es la doctrina del ego.
Si la Creación es compartir, no puede crear lo que no es de su misma esencia, pues sólo puede compartir lo que ella misma es. Y como la depresión es aislamiento, no pudo haber sido creada por el Infinito sino por tu misma percepción equivocada.
LA DEPRESION COMO ENFERMEDAD
Los ritos del dios de la enfermedad son extraños, pero muy estrictos. En ellos la alegría está prohibida, pues la depresión es la señal de tu lealtad a él. En síntesis, la depresión significa que has abjurado del Infinito. La gente rechaza las blasfemias, mas no entienden que la blasfemia va contra ellos mismos también: No se dan cuenta de que negar al Infinito es negar la propia Identidad y no tener identidad es lo que nos deprime.
El ataque al Infinito les hizo pensar que eran huérfanos, y como resultado de su depresión inventaron al dios de la depresión.
LA SALIDA:
Tú, que has intentado aprender lo que no deseas, debes animarte pues, aunque el camino que tú estableciste es en verdad deprimente, si lo examinas con detenimiento es simplemente ridículo. ¿Cómo iba a ser posible que la manera de alcanzar un objetivo fuese no alcanzándolo? Renuncia ahora a ser tu propio maestro, pues no lo has hecho bien. Esta renuncia te liberará de la depresión, porque es simplemente el resultado de haber evaluado honestamente lo que te has enseñado a ti mismo y los resultados que se han derivado de ello.
Recuerda, pues, que la voluntad del Infinito es posible ya si sigues a tu maestro interior. En esto reside la simple aceptación de la realidad porque sólo eso es real. No puedes distorsionar la realidad y al mismo tiempo entender lo que es. Y ya entendiste que, si la distorsionas experimentarás ansiedad, depresión y finalmente pánico, pues estarás tratando de convertirte a ti mismo en algo irreal.
Permite, por favor, que el cruel concepto que tienes de ti mismo sea reemplazado por el que te brindará paz: regresa a tu verdadera identidad, a tu parentesco con el Infinito, y ninguna depresión podrá acercarse a ti de nuevo.
Nota: En esta y en las próximas entradas vamos a analizar a la luz de Un Curso de Milagros, conceptos que usamos diariamente pero que, siendo sinceros, no comprendemos.
Este libro magnífico ha resultado ser una descripción precisa de nuestra compleja situación en esta dimensión 3D; lo que pasa es que está en clave; por eso no vemos su aplicación directa. Entonces, descifrar un poco esa clave, usando palabras menos solemnes, con vocabulario más cotidiano, permitirá que lo podamos aprovechar en nuestra ruta de salida por el Laberinto de la Realidad.