viernes, 6 de diciembre de 2013

Monólogos de Tagore con su Creador


Fui invitado a la fiesta de este mundo, y así mi vida fue bendita. 
Mis ojos han visto, y oyeron mis oídos. 
Mi parte en la fiesta fue tocar este instrumento; y he hecho lo que pude. 
Y ahora te pregunto: ¿No es tiempo todavía de que yo pueda entrar y ver Tu cara, y ofrecerte mi saludo silencioso?

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La canción que yo vine a cantar, no ha sido aún cantada.
Mis días se me han ido afinando las cuerdas de mi arpa; pero no he hallado el tono justo, y las palabras no venían bien.
¡Sólo la agonía del afán en mi corazón!
Aún no ha abierto la flor, sólo suspira el viento.
No he visto Su cara, ni he oído Su voz; sólo oí sus pasos blandos, desde mi casa, por el camin
o. 


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Versos tomados del Gitanjali de Rabidranaz Tagore, mi poeta favorito, mi poeta del alma, mi modelo, mi poeta de Dios. Leamos despacio, saboreándolos, los versos del gran Rabidranaz en su búsqueda, que es la misma nuestra:


Todo el día interminable de mi vida me lo he pasado tendiendo en el suelo mi 
estera para Él; pero no encendí la lámpara, y no puedo decirle que entre. 
Vivo con la esperanza de encontrarlo; pero ¿cuándo Lo encontraré? 



¿Cómo podría yo jamás pronunciar esas palabras misteriosas?
¿Cómo podría yo decir: Él no es como esto y es como aquello?
Si digo que Él está en mí, el Universo se escandaliza de mis palabras.
Si digo que está fuera de mí, miento.
De los mundos internos y externos, Él hace una unidad indivisible.
Lo consciente y lo inconsciente son los taburetes de Sus pies.
Ni se manifiesta ni se oculta; no es revelado ni irrevelado.
No hay palabras para decir lo que Él es.



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Vino, y se sentó a mi lado; pero yo no desperté. ¡Maldito Sueño aquél, ay! 
Vino en la noche tranquila. 
Traía el arpa en sus manos, y mis sueños resonaron con sus melodías. 
¡Ay!, ¿por qué se van así mis noches? 
¿Por qué no Lo veo nunca cuando su aliento está rozando mi sueño?
¡Cuánto tiempo dura mi viaje, y qué largo es mi camino! 
Salí en la carroza del primer albor, 
y caminé a través de los desiertos de los mundos, 
dejando mi rastro por las estrellas infinitas. 
La ruta más larga es la que sale más pronto a Tí, 
y la más complicada enseñanza no lleva sino a la perfecta sencillez de una melodía. 

El viajero tiene que llamar, una tras otra, 

a todas las puertas extrañas para llegar a la Suya; 
ha de vagar por todos los mundos de afuera, 
si quiere llegar al fin a su Santuario interior.

Mis ojos erraron por todos los confines 

antes de que yo los cerrara diciendo: "Aquí estás". 
Y el grito y la pregunta: "¡Ay!, ¿dónde?", 
Se derriten en las lágrimas de mil raudales 
y ahogan el mundo con el desbordamiento de su "¡Yo soy!".