Si se pone uno a pensar en la hermosura de nuestro planeta, adornado con cascadas, lagunas, montañas, playas, picos nevados, azules cielos, sonidos de brisa entre hojas de mil especies arbóreas distintas, que a su vez son hogar de aves de colores de inspiradores cantos...
Y si absteniéndose de la idea de un Creador externo, si acepta que es una proyección cinematográfica, la ilusión colectiva resultante de los pensamientos de la Humanidad, solamente queda concluir que nuestro planeta surgió en épocas en que el ser humano era más "humano" o al menos, más simple... más ingenuo... Más bello interiormente. Más armonioso...
¿De qué Cielo es reflejo esta belleza?
Y si absteniéndose de la idea de un Creador externo, si acepta que es una proyección cinematográfica, la ilusión colectiva resultante de los pensamientos de la Humanidad, solamente queda concluir que nuestro planeta surgió en épocas en que el ser humano era más "humano" o al menos, más simple... más ingenuo... Más bello interiormente. Más armonioso...
Gente de cuya mente emanaban ideas bonitas.
Porque, en cambio, lo que estamos creando con nuestros pensamientos y esfuerzos ahora, es frío y caótico; si no violento.
¿Quienes fueron quienes crearon entonces nuestro astro, esa Urantia preciosa, escenario equilibrado y perfecto que aún se mantiene en algunos sectores no arrasados todavía por el "rey de la creación"?
¡No creo que hayan sido cavernícolas greñudos!
Debieron ser civilizaciones perdidas en el pasado, que alcanzaron elevados niveles de sabiduría y estética, quienes mediante su pensamiento colectivo plasmaron el agradable telón de fondo de nuestro sueño. Seres que ya no están, definitivamente con nosotros.
¿Serían atlantes o lemures? ¿Viajeros del tiempo o del espacio implantados en divino experimento? Sabios sonrientes: artistas del pensamiento. Gente que sabía que era hija de la Luz. Gente de la que quedan recuerdos tenues en la arqueología y los mitos.
En todo caso, no eran como nosotros somos actualmente.