Qué interesante seguir los recientes avances de la ciencia de la neuroplasticidad del cerebro, que gracias a las modernas tecnologías de investigación, han logrado
escudriñar muchos detalles de su funcionamiento.
Ahora resulta que una serie de paradigmas con las que nos pasamos décadas y hasta
siglos, son falsas. Por ejemplo: aquello de que las neuronas existen en un
número fijo en el cerebro de una persona y no se regeneran en la edad adulta,
sino que van muriendo inexorablemente. Ahora se sabe que no solamente partes
del cerebro dedicadas a una labor específica pueden reemplazar la función
de un sector dañado, sino que hay fuentes generadoras de nuevas neuronas
frescas.
Igualmente, desaparecen mitos como el del niño inteligente y el que no lo es,
tal vez por razones genéticas. La capacidad intelectual depende de los estímulos que reciba
desde el exterior y del entrenamiento al que se someta en cualquier edad. Así
que es posible obtener maestría en cualquier tema que antes se nos dificultara, con un poquito de entrenamiento.
También desaparece el mito de que algunos no sirven para las matemáticas. Todos podemos
aprender cualquier tema ¡En cualquier momento de nuestra vida! Entonces, ¡Hasta
los sesentones tenemos un mundo de aprendizaje por delante! Todo depende
de que el tema nos motive, entusiasmo que también depende de un químico
que segrega el cerebro: la dopamina, cuya produccion podemos estimular con
nuestra positiva actitud hacia la vida.
Igualmente, con el nuevo conocimiento se han descubierto formas de optimizar
el estudio de cualquier disciplina, al encontrar que nuestra memoria de trabajo
actual posee 4 posiciones simultáneas disponibles (solamente) que debemos manejar
adecuadamente para no saturarnos y caer en problemas de olvidos y difícil
recordacion.
En cambio, la memoria a largo plazo tiene literalmente millones
de sitios de almacenamiento, por lo que podemos optimizar nuestra capacidad y
desempeño aprendiendo a transladar los datos desde la memoria de trabajo hasta
la memoria de largo plazo y con ello liberando sus cuatro posiciones externas.
Recomiendan entonces reforzar los patrones de sinapsis neuronal mediante la
repetición espaciada de lo que queremos aprender. Asi que no es conveniente
estudiar mucho un sólo día, sino en varios periodos cortos durante la
semana, -tratando de comprender cabalmente el tema- que afianzarian el segmento de conocimiento
especifico en un virtual tablero cerebral, hasta hacerlo permanente y
fácilmente accesible. (No estaban tan mal los antiguos que recomendaban las 4
repeticiones para aprender)
Descubrieron ahora también que durante el descanso del sueño, los receptores de
información del cerebro se encogen para permitir que la sangre lave literalmente los
espacios entre ellos, llevándose las toxinas y regenerandolo para un nuevo día
de labor. Por eso presentar un examen sin haber dormido es lo peor que se
puede hacer.
Esto inmediatamente me dio una luz sobre el papel de la meditación.
Particularmente en el Zen, que es una meditación sin objeto ni forma y que a
primera vista no tendría una utilidad evidente... Pues resulta que lo que hace el Zen es liberar ese tablero de control donde
se realizan las conexiones neuronales y permitirle una depuración total que
incrementa muchísimo la capacidad de comprensión de la persona y le da
una visión clara de lo que está analizando. Ya sea un problema matemático o
la razón de la existencia. ¡Definitivamente muy útil.
Pero ¡Ojo! Esto que deduzco es válido para la meditación sin objeto solamente,
porque la mente se pone en blanco sin enfocarse en nada más que en la
respiración.
Las meditaciones con objeto -que nos encantan en cambio,
porque le damos vueltas a una idea que nos agrada reforzándola conscientemente-
pueden ser hermosas, pero desde el punto de vista que estamos analizando
resultarían en más trabajo para el cerebro y ningún descanso regenerador.
En todo caso, para quien quiera profundizar en esto, puede
ir al curso gratuito de Coursera, "Aprendiendo a Aprender: Poderosas
herramientas mentales para dominar temas difíciles" de la Universidad de
San Diego, en California. Para mi fue todo un descubrimiento y lo recomiendo.