El subconsciente es como nuestro pequeño mar de inmensidad. Es una fracción de información clave para la formación de la experiencia, que está comunicado por un estrecho canal con toda la vibración y energía que constituye al Universo.
Allí, con todo el material de la Creación disponible, organizamos nuestro mundo, ladrillo a ladrillo en nuestros primeros años -principalmente- como afirman los psicólogos.
Almacenamos, no siempre ordenadamente, todos nuestros miedos, las alertas, las experiencias dolorosas, más todo lo que los adultos nos dijeron y nos trataron de enseñar sobre la vida. Allá también tenemos un rincón reservado para nuestra propia imagen, construida sobre las frases que solían decir nuestros padres, familiares y maestros, que fueron fabricando un personaje con muchas limitaciones y sitios vedados.
Luego vinieron nuestras experiencias negativas en las diversas relaciones que abordamos, y asumimos defectos en nosotros, como si fueran verdades inamovibles.
Y así andamos por el mundo. Con un subconsciente lleno de pecados y insuficiencias, que aparentemente ya no se modifica nunca, ni se puede limpiar aunque racionalmente -de forma conciente- ahora veamos que somos mejores que ese monigote.
Por lo tanto, tener acceso al subconsciente es de la mayor utilidad e importancia.
He investigado mucho ese tema y como no creo en las ciencias médicas ortodoxas, nunca me le acerqué a un sicólogo ni mucho menos a un siquiatra. Pero sí a la meditación. Sospechaba que por ahí podría estar la respuesta para ingresar a ese sitio algo tenebroso, pero lleno de potencial.
La meditación sirve muchísimo, pero más que todo me dio paz interior. No me daba la ruta para consultar esos registros akáshicos ni mucho menos para modificarlos.
Hasta que alguien me hizo recordar un libro en el anaquel de mi casa, abandonado por más de 30 años y que había viajado incluso internacionalmente conmigo en mis muchas mudanzas y ensayos de vida.
Era el MÉTODO SILVA. Lo desempolvé y comprendí que su enorme valor es haber desarrollado una metodología mecánica, fácil de aprender, que lo lleva a uno directamente al sitio desde el cual puede crear su futuro, corregir su imagen, sanar el pasado y, en fin, alcanzar el sueño de reescribir su historia con el aporte de la experiencia.
Pero lo mejor: se inventó algunas secuencias para acceder al subconciente, según necesidad, e imprimir allí alguna creencia que nos convenga, o cancelar otra que nos arruina la vida.
- Nos enseña a ingresar al subconciente; esto es, a la frecuencia Alfa del cerebro (más lenta que la frecuencia Beta de la vigilia), mediante una cuenta regresiva del 50 al 1 inicialmente, que luego, con un poquito de práctica, se puede lograr contando solamente del 5 al 1. Esto se hace en un lugar tranquilo, con los ojos cerrados, después de una respiración profunda.
- Ahí ya estamos en Alfa y sentimos la tranquilidad de la mente, el calorcito en la frente... y quedamos listos para solicitar los cambios que queramos a nuestro subconciente, o para consultar la resolución a algún problema.
- Ojo: antes de eso, nos pide elegir mentalmente nuestro "sitio favorito"... Un lugar donde nos sentimos bien. Allí irá nuestra atención cuando terminemos el conteo. Puede ser un bello recuerdo de infancia, o un paisaje visto en una revista, o algo inventado. Pero es el lugar donde nos sentimos a gusto y seguros.
- Allí nos anima a encontrarnos con nuestro "consejero", para consultarle problemas particulares. El consejero puede ser ese familiar adorado perdido hace mucho tiempo... Él estará ahi para ayudarnos como lo hubiera hecho si estuviera vivo en el momento. Este ejercicio es tan reconfortante... Es tanta la alegría del reencuentro con ese ser sonriente cuyo rostro tenemos grabado en la mente... es tan emocionante verlo venir desde la lejanía, sonriente, con los brazos abiertos mirándonos con picardía... ¡Es tan real el abrazo! que ese solo ejercicio ya vale la pena como sanación de la pérdida. Y al experimentar el método, con toda seguridad en la mente aparecereán las soluciones al problema en pocos días, si no al día siguiente de conversar sobre el tema con nuestro consejero.
- Lo más versátil es que además, es posible tener más de un consejero: un antiguo profesor al que le debemos mucho profesionalmente pero que no volvimos a ver, puede ser un magnífico consejero laboral. Incluso, el consejero puede ser alguien a quien no conocemos en persona. Por ejemplo, el autor de un libro inspirador que es nuestro guía, o tal vez, una figura pública que admiramos por saber siempre las respuestas a un tema.
Lo demás ya depende de cada uno de nosotros. De que practiquemos y seamos un poquito disciplinados al principio, ¡Nada más!
En este sitio pueden encontrar uno de los muchos libros del Método Silva en PDF de manera gratuita:
Y si quieres tomar un curso moderno del Método Silva, oye lo que Vishen Lakiani nos cuenta de su experiencia personal, que es muy interesante.