martes, 24 de agosto de 2021

¡Es fácil recordar las Vidas Pasadas!

Si asumiéramos la multidimensionalidad de cada uno de nosotros, actuando en diferentes situaciones y con personalidades distintas, y lo enfrentáramos a que el Tiempo es aparente y no existe, sino que estamos en un flash instantáneo de conciencia ¿Cómo podríamos entender las vidas pasadas? ¿Cómo suceden entonces?

Meditando mucho el tema se me ocurrió una interpretación que me satisface, y que es algo totalmente distinto de lo que veníamos pensando sobre otras vidas, por eso la comparto aquí.

El análisis genera un cambio en la visión de lo que nos hemos ya acostumbrado a llamar reencarnación.  ¡Sería diferente! Así, las otras experiencias no se habrían desarrollado exactamente en vidas pasadas, sino en nuestro propio pasado.

Para entender esto, si analizamos nuestra vida, -especialmente los que ya no estamos tan jóvenes y hemos tenido la oportunidad de vivir bastante-, podemos detectar que hubo en ella eventos clave que determinaron cambios drásticos en nuestra vida, que nos llevaron prácticamente, de una personalidad a otra. Sitios de bifurcación de caminos o eventos que nos transformaron voluntaria o involuntariamente, para bien o para mal.

Si miramos hacia atrás, veremos que cada periodo tuvo su personalidad definida, que no necesariamente era la misma anterior o la que vino despúes.

Ejemplo: Nuestra personalidad de estudiante no es la misma que la del profesional. 

También un cambio de ciudad de residencia transformó nuestra forma de ser, tanto por las circunstancias que nos vimos forzados a adoptar, como por la sociedad a la que entramos, lo que nos gustó y lo que quisimos aceptar de ella.  

Un cambio de relación o una pérdida, también nos afectó, al punto de que nos transformamos en alguien prácticamente distinto de la personalidad usada hasta el momento. Una pareja nos hizo fuertes, mientras que el bulling sufrido por otra nos hizo seres miedosos e introvertidos.

Así, nuestra vida podría ser dividida en 6, 8 o 10 personalidades distintas, que representarían lo que acostumbramos llamar las vidas pasadas, que, aunque cada una nos dejó una lección, en realidad todas ocurrieron en esta misma vida.



Muchas veces piensa uno: Y, ¿en esta vida qué aprendí? ¿Cuál fue el motivo para esta encarnación? La respuesta no es fácil. Casi nunca es clara.

Lo bueno es que con este enfoque que expongo acá, se nos facilita aprovechar lo aprendido en cada fase. Si miramos cada personalidad por separado, podemos incluso hacer una lista de sus cualidades y también de sus defectos. De ahí a ver cómo superamos esas desventajas, es un paso nada más.

Otro factor bueno de esta perspectiva es que en cualquier momento, con un poco de tranquilidad, podemos regresar -gracias a nuestra memoria- a cualquiera de esas vidas pasadas para revisarlas y afianzar lo aprendido. Por otro lado, este ejercicio también nos permite ver lo bueno que teníamos en esa época y que tal vez abandonamos, para retomarlo dentro de la personalidad actual. Perque esa forma de ser pasada, también fuimos nosotros y no hay por qué no revivirla.






sábado, 14 de agosto de 2021

Hipocondríacos y Unidades de Conciencia

Mi cuerpo está conformado por alegres unidades de conciencia que, poderosas y vitales, ¡saben cómo conservarlo sano!

Desmenuzando algo más las consecuencias de asumir el modelo de Unidades de Conciencia emanadas de la Mente del Todo en un primer Big Bang universal, vemos la oportunidad de desechar creencias inconvenientes que tenemos arraigadas desde la infancia y que han llevado en grupo a la Humanidad a este punto de enfermedad permanente y popularización de males. Han contribuido mucho a estas creencias equivocadas y perversas las nuevas escuelas de medicina, financiadas por la industria farmacéutica.

En su "sinceridad", los médicos se dicen obligados a informar al paciente los graves procesos mediante los que un ente externo está devastando su organismo; procesos ya conocidos por el público en general, gracias a los medios de comunicación y las estadísticas, que profetizan que nadie se escapará de alguna o varias de estas enfermedades crónicas (sin remedio conocido por la medicina moderna). Al paciente no le queda más que aceptar la inocente sugestión y caer enfermo tal como lo describen miles de publicaciones puestas a su alcance.

Así, olvidando nuestro sistema inmune y con la "aparición" periódica de virus ensamblados, se van reforzando las creencias que facilitan la baja de defensas y que el cuerpo sucumba a la enfermedad que sea, real o imaginaria. ¡Manada de hipocondríacos!

Dichas creencias están cada vez más metidas en la cabeza de las madres y las nuevas generaciones, resultando un enorme contraste con las generaciones anteriores, que a pesar de nos ser tan asépticas ni tener tantos conocimientos generalizados sobre diabetes, cáncer, hipertensión, lupus, sida y demás, eran grupos humanos inmunes prácticamente a estos nuevos e implacables monstruos.

Los abuelos no pasaban su vejez tomándose la presión, midiendo su glucosa ni cargando por toda la casa un tanque de oxígeno. Comían grasa animal con muchísimo placer, a veces tomaban alcohol, salían a comprar el pan o para ir a la iglesia y tenían la lucidez para aconsejar a hijos y nietos. Y no se diga los viejos campesinos: al sol, trabajando hasta que llegaba la hora de irse. Los ancianos no se volvían dementes. No eran un peso para la familia ni para la sociedad. No se intoxicaban con medicamentos, porque al médico no se le molestaba con nimiedades: El médico se consultaba pocas veces en la vida. En esos años, ¡No se tenía como actitud general el miedo a la enfermedad ni a la vejez.

Como el señor Elías Loaiza hoy en Amalfi, Colombia, que con sus 116 años sigue siendo la cabeza de su gran familia, levantándose temprano a despachar las mulas con panela y haciendo su vida normal.

Todos podemos comparar con la situación actual de "servicios de medicina estatal", totalmente despersonalizados y mercantilizados. Con 15 minutos de atención por paciente (ahora telefónica o virtual, para empeorar la mala calidad de la atención y el diagnóstico), tiempo justo para etiquetar a todos, hasta a los niños, con una de las enfermedades vitalicias que obligatoriamente requieren tratamientos que lo esclavizarán, alimentando día tras día las ventas de quien está en lo alto de la pirámide médica: ¡Las fábricas de píldoras, tabletas y vacunas!

Así la situación y ante nuestra necesidad de una creencia favorable para reeemplazar todo lo que nos han adoctrinado y asustado, 

propongo este especie de mantra que por el medio que sea debemos instalar en nuestro conciente, para que finalmente reemplace la basura que han depositado deliberadamente en él.

Así de fácil, recuperaremos la salud.


Mi cuerpo está conformado por alegres unidades de conciencia que, poderosas y vitales, ¡saben cómo conservarlo sano!

miércoles, 11 de agosto de 2021

Ejercicio con las Unidades de Conciencia

Continuemos con ese didáctico modelo de las Unidades de Conciencia como formadoras de todo lo que existe; esto es, como la escencia de aspectos que en nuestra dimensión tenemos poco definidas e incomprendidas:

  • ¿De qué están hechos los pensamientos y cómo se desarrollan? 
  • ¿En qué "espacio" suceden los sueños y de qué "sustancia" están hechos? 
  • ¿La energía de las emociones, incluyendo el amor, por qué "medio" logran sentirse y expresarse?
  • ¿Cómo se crean la música y las palabras?
  • ¿Sobre qué base se construyen cosas como "las intenciones"?
  • ... y en último lugar, pero no menos importante, ¿Cuál es la unidad básica, los ladrillos, las partículas elementales que conforman la materia sólida?
En este último punto, ha sido sorprendente para la Física el hecho de que a medida que se construían equipos más y más sofisticados para investigar lo microscópico, aparecían si cesar "partículas" más y más pequeñas, en una carrera aparentemente infinita y burlona.

Entonces, creo que encontrar un modelo válido de la escencia de nuestra dimensión, -la textura básica de nuestra Matrix-, ha sido el motivo de búsqueda de tantos pensadores y científicos, desde la antiguedad hasta los físicos modernos, incluyendo a Einstein y los cuánticos.,

¡La búsqueda del éter, la escencia, del Campo Unificado! Esa sustancia primordial que a la vez alberga todo.

Por otra parte, a nosotros que no somos obsesivos por la ciencia sino exploradores espirituales y de la psique, asumir esta explicación de Seth, nos facilita adicionalmente entender la Unidad. ¡Y este tema sí es de nuestro mayor interés práctico!

Ensayé entonces, un ejercicio exitoso durante esta semana, que puede hacerse al despertar en la mañana, contando con una media hora antes de tener que levantarse:

Recostada boca arriba con los ojos entrecerrados, repasé a grandes rasgos y sin orden preferente las partes que conforman mi cuerpo, imaginando esas pequeñísimas onda-partículas que son las unidades de conciencia, materializadas en cada órgano, cada fluido del cuerpo, en la piel, en la retina. Todas alineadas alegremente en cada cabello y bailando con los movimientos automáticos del organismo.

Esta parte del ejercicio me hizo sentir una gran simpatía y agradecimiento hacia ellas. Además, me dejó agradablemente relajada, para seguir con la segunda parte:

Pasé a imaginar otro grupo de esas mismas unidades de conciencia, que vibrando un poco más despacio, un poco más calmadas y pasivas, constituían las sábanas bajo mi cuerpo, el colchón y la misma cama. Este grupo difería en niveles de vibración más lenta, pero eran básicamente lo mismo: 

Unidades de Conciencia extraidas del Todo, en el momento Cero.

En una tercera etapa del ejercicio, pasé al aire que, estando en contacto con la superficie de mi cuerpo, se extendía hacia arriba, llenaba la habitación y continuaba por puertas y ventanas hacia el jardín, la ciudad, mi país y el infinito! 

¡Aire formado nada menos que por las mismas unidades de conciencia básicas!

Como podrán suponer y es bueno experimentar, la sensación de unidad fue poco menos que beatífica, lo que me hizo recordar esas reconocidas santas del cristianismo que pasaban sus horas y sus días en "contemplación arrobada", encerradas en su pequeña celda, sin necesitar más interacción social ni distracción, que esa agradable sensación de saberse Uno con el Universo, con la Humanidad y con la Naturaleza. Incluyendo, de forma impensada y sorprendente, también a los objetos "fabricados por el hombre".