Continuemos con ese didáctico modelo de las Unidades de Conciencia como formadoras de todo lo que existe; esto es, como la escencia de aspectos que en nuestra dimensión tenemos poco definidas e incomprendidas:
- ¿De qué están hechos los pensamientos y cómo se desarrollan?
- ¿En qué "espacio" suceden los sueños y de qué "sustancia" están hechos?
- ¿La energía de las emociones, incluyendo el amor, por qué "medio" logran sentirse y expresarse?
- ¿Cómo se crean la música y las palabras?
- ¿Sobre qué base se construyen cosas como "las intenciones"?
- ... y en último lugar, pero no menos importante, ¿Cuál es la unidad básica, los ladrillos, las partículas elementales que conforman la materia sólida?
En este último punto, ha sido sorprendente para la Física el hecho de que a medida que se construían equipos más y más sofisticados para investigar lo microscópico, aparecían si cesar "partículas" más y más pequeñas, en una carrera aparentemente infinita y burlona.
Entonces, creo que encontrar un modelo válido de la escencia de nuestra dimensión, -la textura básica de nuestra Matrix-, ha sido el motivo de búsqueda de tantos pensadores y científicos, desde la antiguedad hasta los físicos modernos, incluyendo a Einstein y los cuánticos.,
¡La búsqueda del éter, la escencia, del Campo Unificado! Esa sustancia primordial que a la vez alberga todo.
Por otra parte, a nosotros que no somos obsesivos por la ciencia sino exploradores espirituales y de la psique, asumir esta explicación de Seth, nos facilita adicionalmente entender la Unidad. ¡Y este tema sí es de nuestro mayor interés práctico!
Ensayé entonces, un ejercicio exitoso durante esta semana, que puede hacerse al despertar en la mañana, contando con una media hora antes de tener que levantarse:
Recostada boca arriba con los ojos entrecerrados, repasé a grandes rasgos y sin orden preferente las partes que conforman mi cuerpo, imaginando esas pequeñísimas onda-partículas que son las unidades de conciencia, materializadas en cada órgano, cada fluido del cuerpo, en la piel, en la retina. Todas alineadas alegremente en cada cabello y bailando con los movimientos automáticos del organismo.
Esta parte del ejercicio me hizo sentir una gran simpatía y agradecimiento hacia ellas. Además, me dejó agradablemente relajada, para seguir con la segunda parte:
Pasé a imaginar otro grupo de esas mismas unidades de conciencia, que vibrando un poco más despacio, un poco más calmadas y pasivas, constituían las sábanas bajo mi cuerpo, el colchón y la misma cama. Este grupo difería en niveles de vibración más lenta, pero eran básicamente lo mismo:
Unidades de Conciencia extraidas del Todo, en el momento Cero.
En una tercera etapa del ejercicio, pasé al aire que, estando en contacto con la superficie de mi cuerpo, se extendía hacia arriba, llenaba la habitación y continuaba por puertas y ventanas hacia el jardín, la ciudad, mi país y el infinito!
¡Aire formado nada menos que por las mismas unidades de conciencia básicas!
Como podrán suponer y es bueno experimentar, la sensación de unidad fue poco menos que beatífica, lo que me hizo recordar esas reconocidas santas del cristianismo que pasaban sus horas y sus días en "contemplación arrobada", encerradas en su pequeña celda, sin necesitar más interacción social ni distracción, que esa agradable sensación de saberse Uno con el Universo, con la Humanidad y con la Naturaleza. Incluyendo, de forma impensada y sorprendente, también a los objetos "fabricados por el hombre".