viernes, 1 de julio de 2022

¡Aún necesitamos al Ego!

¡Tanto hemos renegado del pobre ego!
 

Hemos aprendido a detestarlo, siguiendo enseñanzas orientales y también algunas otras más cercanas, que lo culpan de todo lo malo. Nos parece que es la causa de nuestros errores y que nos controla sin que podamos hacer casi nada para defendernos de su funesta influencia...

No obstante, recientemente he entendido que necesitamos de él, si hemos de manifestarnos en esta dimensión 3D.

¿De que está hecho el Ego?

Básicamente, de nuestra personalidad, que es un armazón... un vestido que llevamos visible, que nos caracteriza y nos da individualidad.


Está hecho de recuerdos -positivos y negativos-. Se compone de la memoria de nuestras reacciones al peligro, al miedo, a la decepción, a la agresión... experiencias que luego, almacenadas, se vuelven condicionantes de nuestras reacciones posteriores.

Contiene nuestros complejos y nuestros orgullos, profundamente sembrados en nosotros. 
Sabe, también por la memoria, lo que nos gusta y lo que no. Constituye en gran parte nuestra filosofía, la forma de ver la vida y el orden en que categorizamos nuestros valores.

Entonces, si por algún método lo despojáramos del Ego, la "persona", -en el sentido del teatro griego-, ¡Ya no tendría personaje!


Ahora sería un actor sin papel ni libreto que no se podría clasificar como heroe ni como villano. No es bueno ni malo.

Así que, de manera semejante, cuando una persona sufre de un trastorno cognitivo como es la senilidad o la amnesia, su identidad se pierde por la incapacidad de recuperar esos recuerdos, que son los ladrillos de la personalidad. Olvida lo que amaba, lo mismo que lo que detestaba. 

Hasta sus dolencias, que casi siempre tuvieron origen sicosomatico, desaparecen de su conciencia, al quedarse sin el sustento de la culpa y el auto castigo. Ya no hay dogmas aprendidos en la infancia, ni  reglas sociales que acostumbraba respetar o tal vez transgredir.

!Ya no tiene imagen propia, ni trayectoria en la vida!

Mirándolo imparcialmente, ¡Está libre del ego!! Pero ahora, no tiene posibilidades de evolución, porque no almacena experiencias, relaciones ni aprende nada nuevo.

El extremo estaría en un enfermo de Alzeimer que mira lo que cada día le trae, se asombra de ello tal vez, e inmediatamente lo olvida, volviendo a una neutralidad que no avanza ni retrocede.

De este análisis, podemos entonces concluir, que el ego no es tan malo como nos lo han pintado. Lo necesitamos como instrumento valioso al entrar en este entrenamiento terrenal, y sin él no podríamos avanzar.

Así las cosas, lo que procede es usar al Ego convenientemente, como una herramienta util, totalmente a nuestro mando... No permitir que sea él quien nos controle ni nos apegue a las cosas, ni nos deforme las imágenes (especialmente la propia).
 
De esta forma, suena fácil esta convivencia temporal. Se ve incluso posible aprovecharlo en nuestro ascenso dimensional. Podemos imaginarlo con un detector, un archivador, un simulador y un constructor de sabiduría, en lugar de darle la categoría de conductor de nuestro vehículo encarnado.

Es que si vemos al Ego de manera similar a los 5 sentidos, por ejemplo, como parte del equipo con el que nos lanzamos a la exploración de esta dimensión física, podremos aprender a utilizarlo y ya no nos sentiremos sus prisioneros ni sus esclavos. Podremos decir alegremente:

¡Yo soy el Ser! ¡El ego es mi expresion conciente aquí! Voy a aprovecharlo para progresar espiritual, intelectual y emotivamente. ¡Mi esencia está a cargo de todo!