Mucho se habla del túnel y de los familiares que vienen a recibirnos cuando morimos. También otros, más religiosos, ven venir a su encuentro a la Virgen María o al mismo Jesús, abriendoles los brazos.
El punto aquí, para los que somos desconfiados, es que al morir y para evitar reencarnar nuevamente, (cuando uno se mantiene dando círculos en torno a los conceptos de familia y religión), es apuntar directamente a Dios.
El Infinito debe ser nuestro objetivo y único pensamiento en el momento de morir. Lo demás genera apego y por lo tanto karma.
Lo demás nos encierra en el Círculo de las Encarnaciones, de donde no hemos podido salir por milenios (desde que estamos en este encierro dimensional de Matrix).
Es difícil, pero lo recomendable es no buscar reencuentros terrestres, ni premios ofrecidos por las religiones. Esos son nuevos espejismos, creados no se sabe cómo, pero que debemo evitar.
Para ello, existe una Plegaria Anónima para la Vida y la Muerte, que podemos aprender fácilmente y repetir como un mantra en nuestro día a día para mantenernos sintonizados en la frecuencia Divina. Y que sobre todo, debemos recordar en el momento de la muerte. ¡Apuntemos al logro más alto! ¡Apuntémole a Dios!
Aquí está la plegaria:
ORACIÓN PARA LA VIDA Y LA MUERTE
Mantenme en Tu Sintonía, mi Infinito amado.
Y en el momento
de mi muerte,
se Tú Mismo quien
atraiga mi Atención
¡Para saltar a tu Plenitud!
Si lo deseas, puedes ver esta plegaria en nuestro canal de TouTube (El Laberinto de la Realidad) en el link de la Oración Anónima.
La base de esta propuesta se encuentra en la práctica milenaria del Pohwa Tibetano en que mentalmente se da un salto hacia el interior de un buda amoroso y flotante en frente de nuestros ojos. También coincide con lo expresado por David Icke en su libro La Trampa ("The Trap"), donde devela el posible engaño hecho al recién desencarnado para que vuelva una y mil veces a la prisión de la Tierra.