Nuestra amnesia -posiblemente inducida por nosotros mismos- es tan
completa, que estamos haciendo el triste papel de quien se dio un
golpazo en la cabeza y no sabe ni su nombre, mientras vaga atónito por
una calle concurrida.
El enunciado de esta lección 25 es:
"No sé cual es el propósito de nada"
Que combina muy bien con el de la lección precedente, la 24, que dice:
"No sé qué es lo que más me conviene"
Las dos frases tratan de hacernos caer en cuenta de que no controlamos nuestra situación, por simple ignorancia... Prácticamente por nuestro desconocimiento de quiénes somos y por qué estamos aquí.
El caso es que al nacer, abrimos los ojos de nuestra atrofiada conciencia, para observar un derredor que no se entiende. Y para no enloquecer, nos inventamos significados que a nadie convencerían, pero que adoptamos como dogmas y los reverenciamos. Así, algunos podríamos declarar que estamos aquí para:
- Ser exitosos
- Ser prósperos
- Ser sabios
- Ser admirados
- Ser ricos
- Ser caritativas
- Ayudar a los semejantes
- Lograr la igualdad social
- Aconsejar a los confundidos
- Enseñar
- Castigar a los malvados
- Vengar una situación
- Cambiar las estructuras
- Destruir al Sistema en que nacieron
- Descubrir a los mentirosos
Los mencionados son todos propósitos artificiales con una u otra tendencia,
pero igualmente ilusorios.
Así andamos nosotros en esta vida: Actuando como dementes que simulan conocimiento, sin un verdadero propósito, sintiendonos incompletos y vacíos. Tratando desesperadamente de encontrar algo que no se nos ha perdido, pero que no somos capaces de reonocer como nuestro: Nuestra Divinidad esencial; Nuestra Paz intrínseca... La Eternidad que es nuestra existencia... Nuestra Sabiduría interior... Nuestra fortaleza en la Unidad.
Puede que creamos entender que esa es la verdad; pero lo que pasa es que estamos tan confundidos, que solos no podemos ver toda esa Realidad maravillosa, pues hemos puesto muchos velos ante nuestros ojos, hasta llegar a pensar como el pequeño monje, que ¡Ni siquiera tenemos cabeza! Descabellada idea que trastoca nuestro actuar y nuestro sentir, haciéndonos desgraciados.
Para salir de ese cruel autoengaño, sin embargo, necesitamos que alguien nos ayude a ver quienes somos verdaderamente... Y ese es el motivo de las lecciones mencionadas:
Dejar nuestra autosuficiencia... Despojarnos de los disfraces que tal vez despistan a los demás y a nosotros mismos, para decir en cada situación a la que nos enfrentamos: "No sé qué es lo que más me conviene". Porque aunque estudiemos las situaciones y sus alternativas de desenlace, lo cierto es que nunca sabemos realmente cuál es la mejor elección. Incluso muchas veces, al final resultan soluciones que ni siquiera habíamos considerado y que son muy superiores a lo que queríamos forzar, pensando que era lo mejor.
Así, el ejercicio de esta lección consiste en dejar la soberbia con la cual nos autoengañamos y declarar mientras se observan los objetos, personas y situaciones que nos rodean: "No sé cual es el propósito de nada".
Porque creemos que sabemos para qué es cada cosa, pero en realidad, desconocemos el propósito último. La verdadera razón. El motivo... ¡El Propósito! Estamos aquí sin saber por qué.
El ejercicio nos pide, entonces, que miremos cada cosa a nuestro alrededor y digamos:
El ejercicio nos pide, entonces, que miremos cada cosa a nuestro alrededor y digamos:
"No sé cuál es el propósito de ese _______________________"
Ejemplo: Un Profesor de Primaria: El propósito de un profesor de primaria es enseñar ciertas cosas al niño. ¿Para qué? Para que se prepare adecuadamente para la vida. ¿Para qué? Para que sea exitoso en un trabajo lucrativo más adelante. ¿Para qué? Para que sobreviva en una sociedad compleja. O sea para que compre sus alimentos y tenga un refugio y demore así su muerte. ¿Para qué? ¿Para qué pretende sobrevivir si de todas maneras, como todos, sabemos que va a morir? ¿O era otro el propósito? Por otra parte, el profesor de primaria también lo hace para sobrevivir unos meses más...
Entonces, en el fondo, "No sé cual es el propósito de ser un profesor de primaria". ¡Ni idea! No lo veo por ninguna parte... Algo así es el ejercicio.
Entonces, en el fondo, "No sé cual es el propósito de ser un profesor de primaria". ¡Ni idea! No lo veo por ninguna parte... Algo así es el ejercicio.
Otro ejemplo con un objeto: Un lápiz: El propósito de un lápiz -aceptaríamos sin dudar- es trazar en un sitio visible una idea o alguna información. ¿Para qué? Para plasmarla en documentos que otros lean y usen. ¡Para qué? Para que simulen trabajar y alguien les pague y puedan sobrevivir unos meses más... ¿Para qué? No sé. ¿Para qué tantos libros, tantas revistas, tantos periódicos? Son tan contradictorios... que nos confunden aún más... ¿Entonces, para qué el lápiz? No nos lleva a la verdad; no nos beneficia. Entonces, ¿Cuál era su propósito? Lo terrible en este y en todos los casos, es que ¡Nada tiene un propósito que yo pueda conocer!
"No sé cual es el propósito de nada"
Tal vez aceptando humildemente esta idea, nos abramos a la posibilidad de obtener la inspiración necesaria y llegar a percibir correctamente lo que nos rodea. Porque por ahora, no entendemos nada, aunque nos hagamos los ejecutivos importantes, los sabios científicos, los grandes tecnólogos, los clérigos omnisapientes. ¡No tenemos un propósito verdadero!
La verdad es que necesitamos un empujoncito para aclarar esta enredada situación. Entonces, abandonémonos a lo Infinito y dejemos que la Sabiduría Universal influya directamente en nuestro actuar y en nuestro percibir. Liberémonos. Soltemos el timón, porque no sabemos manejar y tampoco tenemos mapa. Abandonémonos al Cielo, en la confianza de que sí debe haber propósito para el mundo y para nosotros mismos (Pero esto no se puede lograr si seguimos creyendo que lo sabemos todo)
Dejemos que el verdadero propósito fluya suavemente a nuestro interior, permitiendo el despertar nuestro y con el nuestro, el de la Humanidad.