martes, 8 de noviembre de 2016

Que no se me llame Salvaje



Viendo anoche un documental sobre los Cráneos de Paracas (más de 300 encontrados en una sola locación)... Sitio arqueológico en Perú, allá cerca de las líneas de Nazca que me embrujaron, me convenzo de que el tamaño de esas cabezas (y sus correspondientes cerebros) no podía corresponder a una deformación física como nos han dicho los arqueólogos.  Con seguridad era otra gente, posiblemente más avanzada.

Además, las evidencias científicas recientes encontraron que poseían un ADN distinto al humano, lo que  hace pensar en una raza de seres diferentes, que convivió tal vez con el Homo Sapiens hace unos 3.000 años.

Corresponderían a esos seres que están en todas las mitologías; aquellos cuyo aspecto trataban de imitar las culturas aborígenes que practicaban la deformación craneana.  Seguro que eran grandes sabios... ¡Maestros!

La forma alargada nos recuerda la forma de la cabeza de Nefertiti y de otros faraones egipcios de gran esplendor. Lo mismo que las controvertidas estatuas de la isla de Pascua.Y la de las representaciones de extraterrestres...


Probablemente fueron ellos los que nos enseñaron cada uno de los adelantos que tanto han servido a la humanidad... Descubrimientos científicos,  matemáticas... Datos complejos que nunca hubiéramos encontrado por nosotros mismos.

Así que me pongo a pensar... ¿Qué tal que si -como algunos grupos afirman- somos parte de un experimento evolutivo galáctico que otros seres más adelantados están supervisando?
Probable. Extraterrestres o no... Ángeles o lo que sean.
Tal vez seres que nos siguen acompañando actualmente de forma discreta... Observando y tal vez aconsejándonos.

Pero, ¿Qué opinarán ellos de nuestra "cultura"?
Posiblemente se dirán compasivamente: "Aún son muy primitivos... No vale la pena decirles la verdad."
¿Mmmm??? ¡Como buenos salvajes nos debemos ver!
Pues ¡Lógico! Nos ven violentos, egoístas, temerosos, avaros, mentirosos y corruptos.

Así que por lo menos yo ¡Voy a cambiar!

Tengo el propósito de revisar mi comportamiento en todo sentido para garantizar que al menos por mí, la Humanidad terrestre no sea nunca tildada de salvaje por esos eventuales guardianes espirituales.

Cierto que ahora parecemos una horda desalmada y sin control... Cada vez más violenta y cada vez más ansiosa de poder y de riqueza a costa de lo que sea: de los demás y del planeta...

¡Me duele eso!
Pero lamentablemente, soy parte activa de ese grupo de egocéntricos y hambrientos de poder y debo confesar que no pocas veces me he comportado con hipocresía o aprovechándome de los más débiles.

De manera que no tengo otra salida que vigilarme a mí misma. Ese será mi granito de arena para la evolución de la Humanidad, para que algún día logre despertar de su letargo, que cada vez está más difícil de tolerar para todos nosotros.

Así que nadie me podrá llamar salvaje por mi forma de tratar a los demás... Ni por mi forma de actuar... Ni por mi manera de abordar el ambiente... Ni de hablar... Ni de ganarme el pan.

Tanto si es que existen otros seres con intenciones de ayudarnos a avanzar, como si no, mi tarea en adelante será comportarme como si hubiera comprendido el mensaje ya, y estuviera lista para ingresar a una comunidad más humana y más avanzada.  Más digna de los hijos de Dios...Y de los descendientes de Ra.

Como si hubiera sido admitida entre los conscientes y actuara como tal... (No en la forma caótica en que lo vengo haciendo, emulando al demente grupo en el que me encuentro).


Resulta entonces que, extrapolando a la Humanidad de hoy, solamente si cada uno de nosotros hace un compromiso semejante al que propongo aquí y lo cumple juiciosamente,  tendremos  el futuro de bienestar y sabiduría que añoramos en lo más profundo de nuestros genes.

De lo contrario, seguiremos dando tumbos, sin que nuestra existencia amerite siquiera que los maestros que visitaron a nuestros antepasados en tantas ocasiones, regresen a vernos jamás.

Nos hundiremos en nuestro propio infierno.