Estos fragmentos de la película que en mi adolescencia transformó mi vida, deben refrescarse de vez en cuando, para que no perdamos la ruta al despertar.
Ese rico jovencito medieval que, consentido por la fortuna y por haber nacido en una tierra de colorido paisaje, de un momento a otro despierta y reconoce en toda la belleza que le rodea, la mano de su Creador.
En adelante, no le restó sino alabar y alabar a Quien enardecía su corazón y reverenciar a la Naturaleza disfrutándola a cada instante. Ella, la Naturaleza, le devolvía su amor y jamás lo agredió...
¡Jamás lo agredió!
Gran lección para nuestra sociedad de hoy...
¿Qué será lo que pasa, que la Naturaleza parece estar bastante molesta?