Al ser Hijos del Absoluto, no podemos ser pecadores.
¡Nosotros somos inocentes, tal como Dios nos creó!
¡Qué alegría! debemos detectar que el mundo se siente ligeramente más liviano... El aire entra mejor en los pulmones. El cielo atrae nuestra mirada.
A pesar de los noticieros que insisten en acongojarnos y asustarnos, las relaciones interpersonales se suavizan y la gente sonríe más. Todo el mundo envía bendiciones y buena "vibra".
Me atrevo a aceptar que estamos, -con planeta y todo-, entrando por fin a la siguiente dimensión.
¡Maravilla! Ojalá así sea y se nos facilite aprender y ser una fraternidad que vive sin temor.
Ahora, para ser aptos para movernos en esa zona más sutil de esta misma Tierra, necesitamos reconocer y vivir, entre otras verdades, esta :
1. Al ser Hijos del Absoluto y parte de Él, es imposible que seamos pecadores.
2. ¡Nosotros somos inocentes, tal como Dios nos creó!
Entonces, ojo:
Al sabernos INOCENTES, no tendremos deudas pendientes con nadie y por lo tanto,
no podremos generar más KARMA.
Vamos comprendiendo que el Karma es una consecuencia de lo culpables que nos sintamos respecto a alguna situación de nuestro pasado.
¡ES UN AUTO-CASTIGO!
Ahora, por supuesto que nuestra naturaleza, depurada día a día en este nuevo ambiente, hará que nuestra interdependencia en lugar de crear cadenas de castigo y agresión, cree lazos de fraternidad y cooperación.