Y lo que me parece más grave es comprender que mientras estemos esclavizados a la élite, camarilla, cabal, -como la quieran llamar-, de manera económica, social y mental, no tendremos literalmente tiempo ni cabeza para avanzar en nuestro desarrollo espiritual.
¡Eso se llama una verdadera y total esclavitud!
¡Es que nuestra atención está secuestrada!
Pensemos en dos casos sencillos por ejemplo:
1. El "afortunado" trabajador que tiene un empleo. Corre a cumplir en él desde que abre los ojos llorosos de estrés. Desayuna a buches, corre al transporte, se pone en riesgo, es recibido con mala cara por los minutos que se comió, y se instala a trabajar. Su atención está amarrada allí, haciendo algo que en realidad no era importante.
Y nunca es reconocido, mientras que el dinero (poder) lo acumula alguien más arriba.
Regresa cansado a su casa, a alienarse con el miedo que le infunden los noticieros. Y duerme. Hasta volver a empezar la rutina de mañana, que lo matará en todo sentido poco a poco. Esa es la vida del afortunado trabajador.Y nunca es reconocido, mientras que el dinero (poder) lo acumula alguien más arriba.
2. El hijo del campesino que sueña con ir a la ciudad a conseguir un empleo. ¿Para qué? Para tener un auto y la vida que muestra el televisor. Y para traer dinero para automatizar la finca de su padre con la idea de que el trabajo no sea tan duro. ¡O para pagar la instalación de la energía!
En suma, para pagar cosas que deberían ser compartidas. Cosas que le deberían pertenecer por nacimiento. Porque ¡Todo invento debería ser propiedad de la Humanidad!
Ambos ejemplos entregan su alma al diablo y dedican su atención a quimeras imposibles....
¡Hasta que mueren un día sin entender qué paso!
Entonces, no es cuestión de ignorar al grupo que atesora dinero, maneja los medios de comunicación, y dicta las normas de qué se debe y qué es admirable hacer...
Es cuestión de la mayor urgencia liberar la mente de la Humanidad para que regrese al camino evolutivo "normal",
que es el que siguen civilizaciones de otros planetas y densidades.
No es entonces posible "servir a dos señores". O nos liberamos, o les damos definitivamente la autorización para hacer con nuestro tiempo, nuestra mente y nuestras capacidades, lo que "ellos" quieran. ¡Ojo!