En el budismo tibetano existe una Meditación en el Buda de Ojos Amorosos (Chenrezig o Avalokiteshvara) la cual, entre otros detalles, pide al practicante que imagine sobre su cabeza al cálido buda que estalló por amor, sentado en posición de meditación. Esto es algo así, como poner nuestra conciencia en el famoso Noveno Chakra... Allá arriba sobre nuestra coronilla.
Esa meditación, la recordé tras aprender a visualizar a nuestro propio ser infinito y eterno, en forma de nube amorfa de energía, tremendamente grande e ilimitada, colada en la Matrix por un pequeño órgano del avatar, -la glándula pineal-, expresión física del llamado el Chakra de la Corona o Sahasara, que es la puerta a la Inmensidad y a las dimensiones más altas.
Entonces, de manera equivalente a como Lobsang Rampa nos hablaba del Cordón de Plata en los albores del orientalismo en Occidente, imaginé un Cordón de Oro para ascender interdimensionalmente durante nuestra meditación.
Ese cordón de oro es equivalente al tubo transparente por el que el Lama Ole en sus meditaciones del budismo tibetano para el momento de la muerte (Phowa), nos indicaba que debíamos impulsar nuestra conciencia para subir, dar un salto hacia el buda flotante y no volver a reencarnar.
Así las cosas, ahora que tenemos la ilusión de que este caos en que estamos viviendo se convierta en una ascención interdimensional, entiendo algunos aspectos relacionados con la meditación de Ojos Amorosos, que nos pueden facilitar las cosas:
- Cuando el avatar (cuerpo) se sienta y se queda quieto, sin que su cerebro ejerza su función de pensar (capacidad creadora de ilusiones), la simulación (matrix) comienza a ser hackeada, porque esta actitud no está dentro de lo programado.
¡No se esperaría que nadie deje de pensar!
No está bien que nadie se quede quieto...
¡No se supone que deban desatenderse los 5 sentidos!
- en ese momento ya se empieza a poner en problemas a la simulación-
2. Y luego, si imaginamos, (no a Chenrezig, aunque también funciona), sino a nuestro Yo Superior, ese Ser infinito que somos en Realidad... Esa gigante y preciosa nube de chispas que a duras penas introduce un dedo en la coronilla del avatar para activarlo y tener la experiencia terrena... Nos queda muy fácil migrar nuestra conciencia hacia esa gran nube, que además, está adyacente a muchas otras nubes, igualmente lindas y radiantes: nuestros semejantes, con los cuales somos Uno.
¡Listo!
3. Estar ahí... tener nuestra conciencia ahí en esa nube bonachona y omnipotente, produce una sensación de infinita tranquilidad, de gran poder y de identidad, que vale la pena ser experimentada. Es la meditación del Cordón de Oro, de la Nube de Chispas o cómo la queramos llamar.
Nos abre la mente a poseer una existencia mucho mayor que la micrónica e indefensa vida en la que usualmente creemos estar.
Nos hace sentir libres... Sonrientes...
Capaces de migrar interdimensionalmente,
ahora, de manera mental,
de la misma forma como se supone que haremos físicamente muy pronto.