Dedico una entrada de este blog al tema por su tremenda importancia. No doctrinaria, sino para los fines de la autoestima humana y su posibilidad de optar en su mente a la unión con el Todo.
Nosotros, los criados en el catolicismo, nos caracterizamos por un conocimiento bastante rudimentario de la religión, que entre otras funciones, tendría la de sostenernos en la adversidad. Por esto último es que, debería ser clara la enseñanza. Pero no lo es.
Por otro lado, aquellos a quienes les gusta el tema y quieren ayudar a evangelizar, tampoco tienen más preparación que su lectura solitaria de LA BIBLIA (como equivocadamente llaman al insertado Nuevo Testamento), y los esporádicos mensajes del Vaticano, que está más preocupado por la política, que por los detalles de una doctrina ya impuesta y remachada en la masa.
Voy al punto. ¿Quién es Jesús?
Ante el dogma de que Dios es de caracter trino, y externo al ser humano, resultamos con el frecuente uso del sustantivo "Dios" para Jesús, su hijo, omitiendo un detalle: QUE NOSOTROS TAMBIÉN SOMOS "EL HIJO".
Esta última frase ya cruzaría los cables de algunos, pues a nosotros se nos ha asignado otro papel: el del "PECADOR". Con lo cual la frase anterior sería poco menos que una blasfemia.
Así resulta que ante la pregunta: ¿Usted cree en Dios? es muy frecuente que respondan "¡Claro que sí. Yo amo a Jesús por encima de todo!"
Con esto, se mezclan los atributos de cada una de las personas divinas, de manera que el Hijo pasa a tener funciones del Padre, y vice versa.
En cambio, para el Espíritu Santo, no sucede esta confusión: se entiende que hace parte de la Trinidad, pero nunca le dicen "Dios", ni siquiera los carismáticos.
¿Cuál es el problema con esto? Pues que el pobre pecador se aferra a la leyenda de un personaje especial que caminó por la Tierra, con lo que pasa a ignorar su conexión irreductible con el INFINITO.
En lugar de que el Hombre sea un fragmento poderoso del Gran Dios, en porceso de despertar a su naturaleza también divina, se vuelve un triste admirador de un profeta -muy importante y sabio, sí-.
Y la vida se transforma en la necesidad - u obligación- de seguir las instrucciones de este Guía... ¿Para qué?
¡Para no ir a los profundos infiernos! que es subconcientemente, el sitio que le han enseñado que le corresponde.
Triste, ¿No?
Todo por tergiversar el asunto diciendo que Jesús es el Hijo ÚNICO de Dios. Con lo que los demás hijos quedamos por fuera y sin esperanza.