MINI BIOGRAFÍA
Clöd no recuerda si nació, pero seguro, confirma su existencia interno anhelo.
Ni niño, ni niña. A Clöd, -si lo dibujo-, pinto más bien unos ojos de canguro.
El es acto-de-mirar, profundamente, con viva curiosidad todos los rojos...
y los azules ¡y los verdes! clorofila y los violetas cuando a veces,
se pasea en matemáticas memorias de otros cosmos.
Cromato-investigador, Clöd siempre ha sido.
Observador que es color y que es registro y la-acción-de-registrar ¡Al mismo tiempo!
Claro y simple es éste hecho... Obviamente; pero no siempre fue así: Era algo oscuro.
Y de esto trata esta crónica perdida.
Podría llamarse “La Historia de Clöd”, mas no hay historia: Porque Clöd es eterno y simultáneo.
Tal vez sea más exacta: “La Angustia de ClödAventurero”,
porque ha sufrido la locura de lo incierto,
y es que nada entendía nuestro pequeño, mirando y mirando, en desconcierto...
Que se fue haciendo adulto, sin saberlo.
Y se volvió grande... y se volvió muy fuerte...
Se volvió viejo... Y correr tras espejismos no quería...
Y joven otra vez... ¡Clöd, un bebito!
... Y se sentía mareado... ¡Repetido!
Estaba el personaje, Clöd,
¡ATURDIDO!
EL DESCUBRIMIENTO
Con el alma hecha jirones y manchada
de tipografías, salones, filmaciones,
reaparece Clöd, equinoccial desierto, después de cincuenta vueltas a la suerte.
Solamente recuerda un suave nido
en lo alto de una cima en el Oriente
donde oyó de números, planetas, reglas, azul mago de símbolos, lunar palabra, arquetipos y signos,
¡Incienso trémulo!
La vista borrosa y ya cansado, después de tantas vueltas, tanto estereomapa,
Clöd se sacude del peso de los libros,
teorías, hipótesis...
¡variables escondidas!
¡Qué solos se sienten sus ojazos,
que de rendidos ya solamente son dos trazos...!
...cree que es japonés por ese rasgo, aunque rusa proclamó siempre su estirpe.
Y se queda quieto ¡finalmente!
Uniendo pasado y futuro con presente
y apropiándose por fin de su destino,
cuando sospecha que decide siempre, su curioso sino.
Es en ese silencio que conecta su cerebro olvidado, inflacionario,
con energía que parece supernova que a devorar no atina, indefinida secta.
...¿Qué era ese claro cosquilleo,
que palpitaba en sus sienes dulcemente?
¿A qué obedecía esa euforia de campana, esas ganas de brincar alegremente?
Era el reencuentro por tanto perseguido,
con todas las respuestas y razones frescas
del caminante inaudito que ha llegado, cuando quieto se ha quedado, ingenuamente.
¿Qué había allí, al otro lado de la muerte?
¡Qué risa! Nada: ¡EL DURMIENTE!
ENCUENTRO
Después de mil eones, frente a frente,
contenida la respiración, Clöd solo mira,
como atento ha mirado en lo profundo de húmedos ojos, navegante amante.
“¿Qué es esta burla?” aterrado musita quedamente,
“¿Quién de blanco abrigado se relaja
en mullidos almohadones, perfumados, mientras yo confronto demonios diariamente?”
Su mente entrenada lentamente comprende:
Él es el Amo, el Uno: el Silente...
El “Todo-lo-que-Hay”...
El que trenza su vida: ¡El Durmiente!.
La desolación le derrumba ante ese hecho
Clöd ya no es Clöd: ¡Se siente sombra!
Se sabe sueño... deleite de su dueño;
Transparente holograma sin esencia alguna.
¿Qué podría decir en este trance?
¿A quién llamar? ¿A quien llorarle?
Todos aquellos castillos en el aire... desgarbado esfumarse de un fantasma...
Pues quería develar -con tanto ego- un Cielo de nubes y de premios
Un Nirvana con adeptos... seguidores...que vinieran los domingos, con respeto.
Caballeros cruzados, con escudos, que inclinaran a su paso su espadas.
Emblemas de arcángeles plumados,
que siguieran con dragones, sus batallas.
Y se encuentra vacío e indolente, cual anunciara el Sutra mañanero:
“La forma es vacío...” Tenue remedo...
¡Soy energía de otra Mente!
¿A dónde ir? ¿Tiene sentido... un hara-kiri en silueta imaginada?
No resta otra que aceptar lo visto y recoger humilde pedazos de sí-mismo.
RECOMENZAR
Como títere que alguien levantara,
se endereza en las cuerdas, a tirones...
¡Clöd! pobrecito despojo de ideales, de planes, meditaciones y trasnochos.
“Es un hecho que vengo de su Sueño.
Es cierto que ni sólido, ni viviente, yo existo.
Ni soy individuo, ni evolucionado...
Todo lo hecho... lo luchado... ¿En nada he progresado?”
Se pregunta Clöd, se analiza y se lamenta...
Interroga estrellas, ya sin fe en los astros...
No encontrando a quien volverse, a qué aferrarse, a la vera Del Que Duerme se desliza.
Ya sin rencor, al indefenso hallarlo, hermosísimo rostro del Durmiente admira
Que por ser su Creador no se protege de la indignada y espectral criatura.
Y Clöd se dice: “Ante esto... ¿Qué me queda?
¡Misión!
Yo, prestada-esencia del Plácido Soñador de las Esferas,
en cada flash de conciencia, hablaré al Durmiente.
Mi seudo-existencia gastaré a la aurora
simplemente en lograr explicación conciente.
...Alguna forma habrá de dirigirse al que maneja el Universo y el presente.”
Y ante el rehacerse del protagonista
comienza este relato de canciones y epopeyas,
odas lejanas, versos y mensajes, que por Internet trasmite, esperanzado
de que un día el despertar los una.