Sabemos que la célula latente, contiene el amperio de vida que nos mueve, recorriendo húmedos canales de magenta, en turbulenta carrera de relevos.
Creemos que encendida el ánima palpita en su diminuto cuerpito deslizante,
soportando sin casco, escudo ni chaleco
latigazos de demonios de alto gorro.
(Aquellos que disfrazados con menús, moda y pimienta,
la adobaron en gris sudario de flacidez y asfixia).
¿No vemos nosotros, cuan obtusos,
a ese sol pequeñito hinchamos con manjares,
retorciendo sus tripas, alucinando vicios… Amarrándolo a botellas que lo nublan,
o haciéndolo girar bajo frituras, fármacos de metralla publicista, ahogos de estrés y competencia?
Y si es que lo aceptamos por escrito (pues todos al pie de este papel suscriben)
¿Por qué a la madre Natura, inconcientes ciegos,
esquivamos al entrar al restaurante, al ir a la fiesta, al coctel, al ágape,
al festín de sabores aberrantes,
y a la preciosa célula privamos de agua pura?
Por ello, en este año decimos los firmantes, (aunque sea ya tarde,
porque otros años idos ya han dejado huella):
Creemos que encendida el ánima palpita en su diminuto cuerpito deslizante,
soportando sin casco, escudo ni chaleco
latigazos de demonios de alto gorro.
(Aquellos que disfrazados con menús, moda y pimienta,
la adobaron en gris sudario de flacidez y asfixia).
¿No vemos nosotros, cuan obtusos,
a ese sol pequeñito hinchamos con manjares,
retorciendo sus tripas, alucinando vicios… Amarrándolo a botellas que lo nublan,
o haciéndolo girar bajo frituras, fármacos de metralla publicista, ahogos de estrés y competencia?
Y si es que lo aceptamos por escrito (pues todos al pie de este papel suscriben)
¿Por qué a la madre Natura, inconcientes ciegos,
esquivamos al entrar al restaurante, al ir a la fiesta, al coctel, al ágape,
al festín de sabores aberrantes,
y a la preciosa célula privamos de agua pura?
Por ello, en este año decimos los firmantes, (aunque sea ya tarde,
porque otros años idos ya han dejado huella):
Gelatinosa esfera: a ti y a tus hermanas,
les declaramos respeto y reverencia;
humildes por fin, damos las gracias,
¡Y les pedimos perdón por la indolencia!