sábado, 26 de octubre de 2013

Cómo Controlar la Ilusión

Ya sabemos que estamos proyectando una ficción, que se constituye en nuestro diario vivir. Y también, la tecnología ya inventó el control remoto universal para controlar todos los equipos de nuestra vida moderna, llevándolo puesto, como si fuera unos anteojos... Pero, en nuestra mente ¿Cómo controlar la realidad que estamos construyendo?

La cuestión práctica aquí es cómo mejorar la proyección en que nos metemos a diario, para por lo menos, no pasarla tan mal mientras logramos escaparnos de este mundo de ilusiones. Esta meta es lo que se llamaría "El Sueño Feliz" y aunque no es el objetivo último, -que debe ser más bien la "Liberación Total"- es un alivio porque la rutina fluye sin tanto sobresalto ni enemistades.

Unos viven relativamente bien... y se dice que tienen buena suerte... Otros, en cambio, pasan sus días sumidos en adversidades que los persiguen desde que amanece. Molestias grandes y chiquitas: los deja el bus, no les pagan nunca, los estafan, se enferman de todo, los hijos los maltratan, el jefe es detestable, llueve cuando no debe, y más.

Esto se debe a diferencias de íntimas creencias, que resultan expresándose en la realidad mediante películas diferentes y en consecuencia, en experiencias opuestas. Unos sufren permanentemente, mientras que otros la pasan bastante mejor (aunque tampoco se escapan de los conflictos, ni de la muerte).


En esta Nueva Era, muchos pensadores nos han dado teorías y métodos que en el fondo van en esta dirección: La visualización de lo que deseamos, el pensamiento y las frases positivas para subir nuestra autoestima, la programación neurolinguística, los tips de El Secreto, y muchas más.
Todo eso está correcto, pero tiene a mi forma de ver, dos fallas graves:
  1. Va solamente orientado al éxito mundano y perecedero, y 
  2. Implica un gran esfuerzo permanente
Es así, que se usa para lograr un auto nuevo, unas vacaciones especiales o a lo mejor, un nuevo empleo.

La salida entonces, debe buscarse en algo que sea más natural, más inherente al ser y que le de resultados más fundamentales: ¡Que le de paz! Paz, mientras tiene que aguantarse este mundo; y con ello, la existencia debe mejorar sustancialmente.

Estamos entonces de acuerdo en que lo más beneficioso para nosotros sería controlar la película hacia encontrar serenidad y paz. Aunque tengamos que seguir lidiando al jefe y levantándonos temprano.

SOLUCIÓN. Un Curso de Milagros da la solución, en un método sencillo, basado en dos actitudes, que transformarían nuestra visión personal del mundo y nos haría más "vivible" esta existencia:
  1. No juzgar
  2. Perdonar
Ambas actitudes están actualmente fuera de nuestros hábitos. Juzgamos todo y a todos y concordamos con la frase: Perdón, pero no olvido. -Y eso no es verdadero perdón-. Entonces,

No juzgar y perdonar al mundo y a los que nos rodean, es un cambio radical que le daría un vuelco a nuestra "realidad".

No es fácil; más que todo, porque nunca lo hemos considerado.
Pero si le damos a este método el beneficio de la duda, tal vez se vuelva algo natural para nosotros y se refleje en paz para nuestra familia, nuestro trabajo, nuestro país y el planeta.  Porque es una actitud que, -al estar conectados-, inevitablemente tiene consecuencias que se ramifican de manera veloz e increíble, afectando positivamente a todos los demás.

Además, implica menos esfuerzo que mantener todo el día en la mente una imagen de un crucero por el Caribe.

Podemos ensayar de a poquito: Estemos más atentos para ver cómo estos dos problemas de juzgar y guardar rencores, manejan nuestra vida. Y démosle la vuelta, a ver qué pasa...

Frenemos la tendencia a juzgar y criticar y seamos neutrales ante otros... Tal vez quien aparece ante nosotros no sea tan feo, ni tan malo, ni tan mal intencionado, ni tan fuera de moda... Ni tan acomplejado, ni tan pobretón, ni tan antipático... Démole una oportunidad antes de etiquetarlo en nuestra mente con un adjetivo denigrante.

Por otra parte, ensayemos también a perdonar esos pesos que cargamos por toda la vida y que nos impiden ser felices. Olvidemos lo que pasó. No estamos obligados a recordar lo que no nos gustó.


¿Ensayamos, a ver qué pasa?

¡Dejemos que los demás sean como quieran! 
Y si se equivocaron con nosotros, soltemos también ese rencor. Es problema de ellos, no nuestro.