El sabio sufi Yalal ad-Din Muhammad Rumi fue un importante místico persa que se destacó por la búsqueda directa de la Divinidad.
Me impactó particularmente uno de sus libros, titulado "Gazing at the Beloved". "Mirando al Amado", podría ser la traducción. Éste es un conjunto de poemas que se constituyen en una especie de manual para trascender y alcanzar la unión con el Todo a través de los ojos del compañero. Porque la pregunta clave de la existencia es ¿Dónde debería yo buscar a Dios?
Supe que la meditación en la mirada era practicada actualmente por algunos grupos estadounidenses de espiritualidad y logré conseguir el texto completo. De manera resumida, Rumi afirma que un gran sabio sufi, Jalaluddin, propuso a su mejor amigo, Shams, reunirse para practicar la mirada amorosa. Entonces, se encerraban en su tienda por horas para sentarse uno frente al otro, mirándose fijamente a los ojos hasta perder la conciencia. El efecto de este mirar perdido se asemeja un poco a la mirada Zen de la que ya hemos hablado previamente. Los ojos de los que se aman se funden en una sola mirada al Infinito y gracias a su mutuo y cariñoso apoyo pueden ingresar a otra realidad trascendiendo lo material.
Los ojos del otro, -que no necesariamente tendría que ser un "amante", sino más bien alguien que piense de manera similar a nosotros y acepte la inicialmente descabellada idea de pasar horas en silencio, sin pensar ni pestañear mucho, esperando la unión de las dos almas y el encuentro con el Ser-, se convierten en un espejo donde el espíritu halla una salida hacia otras energías sutiles y gozosas.
Claro que esta continua práctica, que para los dos amigos se transformó en un hábito diario, casi un vicio, les trajo muchos inconvenientes y habladurías... Como siempre sucede en las sociedades rústicas, como lo son todas las que conocemos y vivimos. Finalmente se separaron, pero su conexión nunca desapareció.
La base está en que Dios se encuentra en todas partes... Entonces, nada mejor para verlo, que posar relajadamente los ojos en los ojos del amante. ¡Mil veces mejor que ensimismarse mirando un doloroso Cristo o una imagen de Dios hecha por un artista!
Luego de la muerte de Rumi, sus seguidores fundaron la orden sufí Mevlevi, mejor conocidos como los "Derviches Giróvagos", ya que realizan una meditación en movimiento llamada "semá" donde giran sobre sí mismos acompañados por flautas y tambores. En esta danza, que es más una forma de meditación y escape para conectar con el Ser, primero, con el Universo luego y finalmente con Dios, los derviches usan una falda que destaca sus giros e imitan el palpitante girar de los planetas, los átomos, y como dice su poema: las almas en el renacer de cada día.
Esta danza frenética y alucinante (¿Cuántas vueltas puede uno dar sin sentirse mal?) es otra puerta al éxtasis divino, del estilo particular de Rumi... Tan excéntrico, como perderse por horas mirando en los ojos del amado.
Como muestra de su filosofía, a continuación el Poema de los Átomos.
Baila, como si nadie te estuviera mirando,
Ama, como si nunca te hubieran herido,
Canta, como si nadie te oyera,
Trabaja, como si no necesitases dinero,
Vive, como si el cielo estuviese en la tierra.