domingo, 18 de mayo de 2014

El Milagro Musical

Siempre he sentido que la música que sintoniza con nuestro propio interior es algo que trasciende esta existencia. Como que es una vibración diferente... Que no está hecha de la misma burda materia de este mundo.


  • No se puede localizar en ninguna parte.
  • No se puede asir, pues fluye constantemente sin que podamos detenerla.
  • Su propia esencia es dinámica y conjunta, por lo que una nota aislada no sería nada sin las demás, que la enlazan y la introducen en ese sube-y-baja de la armonía y mucho menos, si llegara a detenerse.

Asumo que los sueños y la música son del mismo material. Flotan por ahí y hacen de las suyas sin que los podamos controlar ni meter en el bolsillo.

Tratando de explicar este fenómeno, en otra época pensaba que la música era tal vez un enlace con otras dimensiones, como aquella que me importaba mucho en otros tiempos: el astral. Creía que la música era un atisbo del siguiente nivel de conciencia y que posiblemente éste (el astral) estaría hecho de música.

Sin embargo, ahora me doy cuenta de que la música deriva su encanto y fantasía que nos atraen inevitablemente, del hecho de que SUCEDE EN EL PRESENTE. No es posible oír ni componer, ni ejecutar música en el pasado ni en el futuro. La música es un atributo del presente. 

Canto en el ahora. No en el mañana.

Me siento a oír un lieder de Beethoven en este momento y por eso lo disfruto. Me lo como. Lo saboreo. Me acaricia o me enardece. Me hace sentir consciente de que existo y por ello soy capaz de ser receptor de esa vibración mágica que es capaz de afectarme, al punto de hacerme sentir nostalgia o dicha. Es capaz de cambiar mi estado de ánimo cuando estoy triste, llevándome al entusiasmo y al renacer.

La música por eso, es vida y aún más: ¡Es conciencia de existir!

Es fácil concluir entonces que su incapacidad de disfrutarse en el pasado o el futuro (como sí podemos hacer con nuestros recuerdos y proyecciones), le da su gran valor e importancia por estar en el instante cero. En el momento presente. En el único tiempo que realmente existe. Y en que no se deja sobornar por el ego para que aparezca como algo decadente y moribundo. Ella siempre será lo que es, porque está en el hoy.

Entonces, usemos la música como un instrumento en nuestra práctica de volver al Presente para poder reconocer la Eternidad, que no es más que nuestra conciencia del instante actual, inmóvil, abarcador, gozoso e incluyente.

Dejo acá una grabación a la que vale la pena darle el tiempo, sin angustias ni afanes, haciendo un esfuerzo por liberarnos del ego que reclama su importancia, diciendo que "no puede perder tiempo" y que tiene muchas cosas qué hacer, distintas de dedicarle una hora a que los sonidos entren por sus oídos e iluminen su corazón.