jueves, 22 de mayo de 2014

Renuncia a la Perspectiva Evolutiva.

Generalmente se nos da lo que pedimos.

Por eso es que Mike Dooley dice: "Ten cuidado con lo que piensas, porque se puede volver realidad".

Yo me pasé la vida pidiendo una cosa.
Y a lo mejor hubiera sido mejor pedir otra. Podría haber pedido "despertar", que es el motivo actual que me mueve y lo que hubiera sido más práctico y directo. Pero no lo hice. Toda la vida, como lo muestra incluso mi presentación en este blog, pedí "entender".

Armar el rompecabezas para ver el conjunto. Y parece que se me está dando. Entiendo mucho más ahora que antes... Le veo más lógica a este viaje, a este sueño... Pero con frecuencia me encuentro al borde de la desesperación, preguntándome cómo salir de aquí. Cómo despertar. (Queda entonces, solamente, pedir a nuestro Maestro Interior instrucciones para regresar a nuestro hogar. No hay más).

Entiendo ahora, porque tengo destellos en que el panorama se hace más claro... Lo que no quiere decir que sea menos agobiante: Partimos de la máxima inmersión en la materia y vamos recorriendo mundos y realidades que nos llevan a mejorar nuestra vibración, al punto de que podamos despertar, y al hacerlo, estar al nivel requerido para asumir esa radiante y fabulosa existencia en Dios.

El Libro de Urantia, útil para aquellos estudiosos que disfrutan conociendo los detalles (no es mi caso, pues soy generalista y me declaro incapaz de ver las minucias), describe en sus miles de páginas reveladas a un canal durmiente por varias entidades avanzadas, la estructura de la Creación con siete Universos, cada uno con billones de planetas habitados y toda una organización para gobernarlos. Esto último, por medio de seres elevados que todo lo hacen de manera perfecta y por amor.


El ser humano, entonces, viaja de mundo en mundo siempre en dirección al núcleo central, el Paraíso donde moran Dios y todos los que han regresado a Él. Un sitio pleno de gozo y de totalidad. Bien. 

Pero el concepto básico es la evolución espiritual, que es la que se construye de vida en vida (a la manera budista), pero que me hace sentir una desesperación tremenda cuando veo con qué lentitud aprendemos. De manera que son eones lo que nos falta recorrer a este paso nuestro. Porque es tan poco lo que avanzamos... 

Reviso mi propia vida actual y a veces veo que como que anduve de para atrás. Nací sabiendo mucho y paulatinamente todo lo olvidé y toda la sabiduría espontánea que tenía la perdí.  Cuando miro el trayecto faltante, a la luz de la descripción de Urantia, llegar al centro implicaría NUNCA más juzgar. SIEMPRE perdonar al otro y SABERNOS verdaderamente parte del aventurero hijo de Dios. ¿Cuántos siglos necesitamos para que estas creencias se impriman en nuestro ser? ¡Me imagino que muchíiisimos!!

Hagamos entonces hoy el propósito de vigilarnos cada minuto de nuestro día. De pedir ayuda permanentemente al Maestro Interno, o Espíritu Universal, o Espíritu Santo... Porque no tenemos tiempo que perder.

El propósito es despertar. Visto en perspectiva, definitivamente a mí no me interesa recorrer mundos de adeptos, ángeles, serafines ni querubines. ¡No quiero subir por la escalera! ¡Yo quiero el salto directo al Centro! Me cansé de esta aventura. Quiero irme para la Casa.