martes, 13 de diciembre de 2016

¡Cambiemos el Sistema!

Basado en el sueño sobre un curador clásico, Epicuro, quien trabajaba en su droguería con bajo perfil, mientras era de manera oculta un líder social que enviaba a sus seguidores una instrucción estructurada,  clara y práctica de manera semanal por Internet, comienza la observación crítica de paradigmas que conlleva el cambio del sistema que actualmente nos rige.



Esta renovación es muy necesaria y parece ser ya una realidad próxima, al analizar las tendencias de las reacciones frecuentes de los ciudadanos del mundo, que han empezado a entender que quien los dirige no busca otro bien que el suyo propio; y que los recursos que deben usarse en el bienestar común de la sociedad, cada vez más resultan en arcas privadas, además, con la máxima desfachatez.

Pareciera como si los políticos y dirigentes de ahora fueran sociópatas que consideran como su derecho el apropiarse de todo lo que esté a su cargo. Gente que ya no tiene límites ni respeta a sus semejantes ni a sus gobernados.

Todo eso ya se ha vuelto visible gracias en mucho a la tecnología y a gente como Snowden y Assange que se sacrificaron de por vida en aras de la verdad. Así que el cambio de sistema será un hecho y no tiene por qué ser doloroso.

En qué consiste básicamente?  En quitar el engaño y la corrupción de toda actividad pública o privada. Así de simple. 

Nuestro objetivo aquí es desmenuzar las instrucciones para que sea más fácil a cada uno entenderlo e implementarlo. 

Por ejemplo:

  • La educación debe abandonar la mentira de que el profesor es sabio y el alumno ignorante.
  • La política no puede hacerse para el propio provecho económico o de poder. 
  • La medicina debe curar y nunca se hará como negocio. 
  • La investigación y la ciencia no pueden avanzar de manera oculta. 
  • Debe primar la colaboración para un avance rápido de la humanidad, pues todos tienen algo que aportar. 
  • La religión debe abandonar sus dogmas y su intención de dominio y manipulación. Ningún hombre es superior a otro y no hay representantes ni intermediarios de Dios en la Tierra. 
La maravilla es que en este preciso momento, el conocimiento está disponible para todos y todas las voces pueden darse a conocer, pues el Internet impide que alguien atesore la información. Además, es muy fácil mediante las redes sociales, que funcionan desde la base de la pirámide social, publicar malos manejos y denunciar hechos dolosos que antes jamás habrían visto la luz pública. En ese sentido vivimos en un momento privilegiado.


Así que,  si bien nos va,
  • En el nuevo sistema, los industriales ya no podrán vender productos dañinos al consumidor ni al ambiente.  
  • Ningún negocio podrá basarse en fórmulas deshonestas. 
  • Será imposible ocultar una actividad contaminante.  
  • No habrán ciudadanos de segunda ni poblaciones abandonadas en las que los abusos no trasciendan al público general. 
  • Los periodistas deberán ser analistas  racionales e imparciales de las noticias, pues estas serán conocidas por todos, desde su fuente,casi instantáneamente. 
  • Los padres no podrán ejercer autoridad per se, sino ser maestros y ejemplo de sus hijos.
  • Los gobiernos deberán ser honestos ejecutores de la voluntad de los ciudadanos. Así las masas concientes evitarán las guerras y promoverán el diálogo.
  • Los escritos estarán disponibles para todos y la música será libre. 
  • Los bancos dejarán de ser estafadores de cuello blanco.
  • Se apreciará la diversidad y se protegerá a las minorías. 
  • Las personas no fingirán más que trabajan en algo que no les interesa sino que perseguirán sus sueños -sin angustia por el sustento-.
Y ¿Cómo funcionará entonces la economía? ¿Como viviremos día a día?
Pues no veo otra opción  que el gobierno vele, -como le corresponde- por las necesidades básicas de la población. Como antes hacían los emperadores y reyes que se desvivían por el bienestar de sus súbditos y eran amados por su pueblo

De manera que nosotros tenemos que cambiar este sistema voraz que solamente enriquece a unos pocos y que se burla de las naciones.  Debemos hacer este mundo más vivible y más humano. Porque también es cierto que si las cosas están como están, es porque lo hemos permitido. Hemos delegado nuestros derechos y hemos facilitado a unos delincuentes que nos controlen para su propio beneficio.

Cambiemos entonces, aunque sea en pequeños detalles de nuestra vida, necesitando cada vez menos del sistema y atándonos menos a él con créditos y afiliaciones inútiles.

¡Seamos comunidades autosuficientes!