viernes, 10 de febrero de 2017

Pactos de Amor


Al encarnar se escogen los ambientes y los padres de acuerdo con el aprendizaje o la experiencia deseada.
(Este conocimiento aclara para mí muchas situaciones. ¡Todo está correcto! No hay para qué discutir...)

En mi caso, mirando retrospectivamente, me parece que dos de las cosas que quería trabajar al venir a la existencia fueron: la actitud positiva y la confianza en el Infinito; éstos factores debían reforzarse y volverse muy sólidos en mí. ¡Ése era el Plan!

Y ¿Qué podía ser lo mejor para esto? Enfrentarse día a día a alguien que cariñosamente me ofreciera sus mejores oficios para practicar.  Alguien que se expresara siempre negativamente y esperara en todos los casos lo peor, para que yo tuviera que esgrimir mis argumentos en pro del positivismo y la confianza en la Providencia.

Alguien que en mi obsesión por la salud solamente me hablara de enfermedad y ante mi deseo de vivir y conocer, destacara los desastres que suceden y generalizara que podrían acaecer a gente como yo.

Aquella persona que con constancia y escepticismo enfrentara mis teorías, haciendo de abogado del diablo, haciendo con ello que se reforzaran definitivamente mis convicciones.

Esos son los pactos de amor que se acuerdan antes de venir a este mundo.

Es duro aparentemente, pero también es cierto que en un ambiente suave y dulzón, yo me hubiera debilitado. En un entorno con gente de pensamientos similares, todo me hubiese parecido simple y sin gracia, y posiblemente hubiera descuidado la atención constante a la conciencia que quiero mantener. 

En cambio, en éste ambiente ¡Terminaré invencible!  
No importa lo que oiga, me mantendré firme y confiada.

Revisando situaciones complejas por las que pasa la gente, es también un pacto celestial el abandono y el aborto. -Eso era lo planeado por el alma del niño para la lección que quería aprender- Lo mismo que es un pacto celestial el rechazo por parte de nuestros hijos. Es igualmente un pacto de amor el alejamiento del amado, -situación sin la cual no se hubiese valorado tanto a esa persona, ni se corregiría una mala actitud hacia la pareja-.

Y también la enfermedad inhabilitante. Y la pobreza, si ya no hablamos de familiares sino de circunstancias.

En fín, Las-Cosas-Están Bien-Como-Están.


Solamente está de por medio nuestra constante amnesia, que por suerte, no es permanente y desaparecerá cuando riamos con complicidad más adelante.