La comunicación la logran cada vez más iluminados
y también seres comunes, urbanos y estresados.
De pronto, yo pinto.
Y él escribe maravillas automáticamente... Las letras que yo buscaba y aún anhelo.
¿Para qué? ¿Tiene gracia o produce satisfacción fungir de lápiz sin ninguna conciencia?
Los que queremos comunicación a toda costa,
debemos detenernos, y en el presente
abrir los ojos, concientes.
¡Canalizar no debería ser un objetivo!
¡No se trata de eso, aunque sea vistoso!
Canalizar ayuda a otros, pero no tanto a sí mismo. -Más bien desgasta y agota-
Aterricemos de nuevo en el trajinado pero poco comprendido "aquí y ahora".
En un segundo de Presencia
ver el volumen; el brillo, el destello.
Darnos cuenta de nuestro cuerpo... Ver en dónde estamos sentados.
Quedarnos quietos ¡Y saberlo!
Y entendiendo que estamos aquí -de verdad-
derretirnos por un instante
en nuestra patria y esencia: La total Conciencia.