Aceptamos las ideas espirituales, pero no las asumimos con el corazón. Entonces, nunca estamos convencidos de nada. Solamente sabemos saltar de una teoría a otra.
Por ejemplo:
¡Amar a Dios sobre todas las cosas!
Primer mandamiento. No importa quién lo transmitió, porque le encontramos resonancia en nuestro interior, lo que nos hace sentir que es la solución a nuestra inquieta vida.
¡Es lo primero!
¡Es lo primero!
El caso es que, como siempre,
Solamente lo aceptamos racionalmente:
Sí... tiene
lógica. Sí... Debe ser lo primero.
Pero anteponemos todos los miedos y
perversiones del ego a tan simple premisa,
que nos ofrece nada menos que la
felicidad y la paz.
(Pues trae estas dos condiciones automáticamente...
Sin
complicaciones. Como consecuencia instantánea).
Sin embargo, no terminamos de aceptarlo en nuestro corazón. La mente lo analiza...
Y ahí termina todo. Seguimos mirando de lejos.
Nuestra Misión: ¡Bajar de la Cabeza al Corazón!
¡Pongamos a girar a velocidad
máxima ese chakra del corazón!
(Que está como atontado, buscando en el mundo lo
que no va encontrar.)
Para esto, podemos usar la maravilla de nuestra imaginación: Visualicemos un vórtice veloz sobre nuestro pecho, girando el la dirección de las manecillas del reloj. ¡Eso es todo! Varias veces... Cuando nos acordemos de nuestro propósito de estimularlo.
Así que No "creamos" que hay una Realidad mejor ¡Sintamos que así es!
Sepamos con certeza que pertenecemos al Todo y que el Todo
no nos ha abandonado.
Nuestra cabeza piensa tanto, que no nos deja ver. ¿No es ya hora de soltar?
Viene la mensajera de la Inspiracion Universal
y golpea la ventana en forma de ave con fuerza como diciendome:
¡Despierta ya! ¡Deja ya de tanto analizar!