Cuando estés tentado a juzgar la actitud de alguien,
detente, ponte neutro, inocente
y mira la situación impersonalmente.
Juzgamos apresuradamente. Y de manera agresiva generalmente.
¡Quién nos dijo que podíamos adivinar los pensamientos y las intenciones de otro?
Actuemos más como niños, que están abiertos a escuchar la versión de cualquier persona.
Los niños creen lo que se les dice; en cambio, nosotros dudamos de todo e incluso a veces, suponemos que por cuestión de principio, nos están mintiendo.
Y si nos vamos a los principios que lentamente hemos venido aprendiendo, ¡Qué fácilmente podemos pasar de juez, a ser acusados nosotros mismos!
¡Pongámonos en los zapatos del otro.
Practiquemos la comprensión y la compasión.
Es una faceta de nosotros mismos
la que estamos juzgando sin piedad.