La enfermedad mental llamada esquizofrenia podría tomarse como modelo de nuestra situación colectiva en el confuso mundo en que aparentemente vivimos.
El esquizofrénico es una persona a quien aquejan visiones -muchas veces aterradoras-, en la que oye a personas inexistentes que le inducen a actuar de forma inconveniente, hasta dominarlo, lo que afecta una normal vida en comunidad.
Se mueve en la sociedad sin distinguir claramente entre los seres reales y los imaginarios, hasta el punto en que los últimos prevalecen, hacen presencia permanente en su vida y dictan arbitrariamente órdenes que llevan a la persona a actuar locamente, destruyendo su entorno y a sí mismo.
Pero ¿Qué tan lejor estamos los "normales" del esquizofrénico? En nuestra cabeza bullen sin descanso pensamientos incontrolados diariamente, fluyendo ahora hacia acá y luego hacia allá, casi sin lógica. Nos desdoblan en seres que no somos... Sospechamos ataque y peligros que nos impulsan equivocadamente a actuar contra el prójimo, creyéndolo nuestro enemigo.
Estamos en un caleidoscopio que al reflejarnos en sus diminutos espejos, nos deforma y aqueja con bestias y fantasmas de los cuales es casi imposible escapar.
Miedo a la pérdida,
miedo a la muerte,
a la vejez, a la pobreza,
y a la soledad.
Todas, imaginarias situaciones que se multiplican con los pensamientos negativos, aparentemente confirmados por los pasquines.
Entonces, no estamos tan lejos del esquizofrénico.
Y como en la película de Una Mente Brillante, debemos intentar ignorar esas sombras en nuestra cabeza que nos manejan a su antojo.