domingo, 7 de junio de 2020

El Sofisma Medioambiental


Oyendo a juiciosos católicos comentar la encíclica del 2015 sobre el Medio Ambiente, me doy cuenta del sofisma que encierra todo el discurso de protección al medio ambiente.

El papa menciona los daños ambientales y llama a la gente a dejar de contaminar y de dañar el entorno.

Es entonces cuando me doy cuenta de que él sabe muy bien que su bonito discurso no hará más que emocionarnos, porque nosotros, los terrícolas del común no tenemos la posibilidad de corregir nada.

¡Ni tampoco somos los culpables de nada!
No tenemos minas de oro ni tampoco minas de carbón.
Usamos gasolina porque quienes manejan los combustibles fósiles 
no han permitido los combustibles limpios.

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Dice el papa -y también los ingenuos ambientalistas en las grandes cumbres-, que la Humanidad ha destruido la Naturaleza; y al decir "Humanidad" nos involucra a todos los miles de millones de borregos, mientras que él sabe muy bien que es la minoría que maneja las bolsas económicas, que influye en los legisladores a su favor y que orienta a los gobiernos en sus políticas, la que está destruyendo, contaminando y explotando a su favor los recursos del planeta.

Y habla el pontífice sobre los terribles efectos del saqueo de recursos sobre los pobres de la Tierra, instándonos a nosotros, los del vulgo, a que nos acordemos de ellos y les ayudemos. 
¿Será que el papa no sabe que la gente lucha diariamente por lograr su sustento y no le sobra casi nada para la caridad?

Lo extraordinario sería que las arcas del Vaticano se abrieran para solucionar problemas ambientales o para ayudar a los pobres del mundo, que tienen en tan alta estima.

Porque yo no he oído que el Banco Vaticano envíe dinero a las comunidades pobres. Solamente sé que los capellanes de cualquier barrio pobre sí deben cumplir su cuota de envío de dinero hacia Roma.

¿No está la cosa al revés?
Vista exterior del banco del Vaticano.
O si no, que no hable de caridad ni de cuidado ambiental. La Iglesia podría subsanar tanta injusticia y tanto dolor. 

Es que ni siquiera con la actual pandemia ¿Se ha acordado el papa de enviar ayuda a sus feligreses que están pasando hambre por no poder salir a rebuscarse el diario en las calles? Creo que piensa que es problema nuestro, no de él.

Entonces, despertamos en cuanto el tema de la contaminación y el daño. Detrás de toda gran tala de bosques, detrás de la imposición de materiales contaminantes, está una industria, generalmente subsidiaria de alguna multinacional que finalmente, si se investiga un poquito, pertenece al porcentaje de los millonarios poderosos del mundo.

Entonces, señor papa, por favor dirija su discurso hacia el lado de los gigantes que manejan las finanzas mundiales a su antojo. No hacia el pueblo de Dios para azotarlo con más culpas.

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¡Ya no generalicen para ocultar sus desmanes ambientales, económicos y sociales!