sábado, 3 de abril de 2021

¿Programados por la "música" ?

Somos energía, -repetimos sin pensarlo demasiado. 

Sin embargo, es cierto que somos un manojo de ondas dentro de una sopa envolvente de vibraciones sintonizadas por las variables carácterísticas de nuestro holograma particular. Si eso lo podemos entender, comprenderemos que las frecuencias nos afectan directamente y con gran intensidad. Es un hecho que a ningún niño le gusta el ruido... será instintivo tapar sus oidos ante él.


No obstante, se podrá acostumbrar al ruido, o para decirlo más suavemente, en el caso de nuestra actualidad, a los sonidos disonantes, si sucede repetidamente en su ambiente, o si advierte que son culturalmente aceptados o estimulados por la publicidad.

Algo que se discute mucho es la frecuencia en la cual están afinados los instrumentos musicales actualmente, 440 hercios para la nota A4. El cambio de frecuencia en que se componía y ejecutaba la música clásica, parece haber sido el resultado de experimentos durante la época nazi en los cuales notaron que ésta frecuencia era ligeramente discordante con los sistemas naturales y por lo tanto rompía la armonía orgánica en quien escuchaba. 

En cambio, una frecuencia usada hasta el momento, la de 432 hercios, estaba alineada con el sonido de la Tierra, el número áureo y en general, con los seres vivos.



 El hecho es que la música que presentan los medios y que fomenta la propaganda y los premios a lo largo del último siglo, ha venido degenerándose o al menos regresando a lo primitivo, siendo más rítmica y monótona. para no hablar de la lírica.

De una sonata de Mozart en 432 Hz a algun hit de moda, hay una brecha gigantesca que se relaciona más con el ritmo, la complejidad de sonidos, su armonía y especialmente, con el chakra hacia el que se dirige. Si a lo moderno, como sucede, se le adiciona mucha percusión, efectivamente la gente estará vibrando en los chakras más bajos. Este hecho confirma lo que se ve en nuevas generaciones: Hay una mayor agresividad en los jóvenes y a la vez, más incertidumbre, desesperanza e impulsos suicidas. ¡La música cambió! Y lo relato en otra entrada de este blog desde otra perspectiva en ¿Cuándo perdimos el Oído?

Todos hemos experimentado seguramente el efecto benéfico de una canción de cuna sobre el bebé que llora, y también, como adultos, el efecto calmante que una música suave o una canción positiva puede ejercer para sacarnos de un momento depresivo.

Y es que todo en nosotros vibra. Nuestras células sienten lo que pasa en el ambiente exterior... Y ante todo, nuestro cerebro, con sus emociones, estimula la producción de químicos que tienen efectos visibles sobre nuestro estado y al final, sobre nuestra salud.

Es muy diciente la definición de "humano" por David Icke en "No seremos silenciados": "Un humano es una forma de procesar información". Así que las frecuencias que se fomentan actualmente en la música más popular, inducen a la persona a sentirse separada, sin propósito y sin valor.

Y si quieren aprender más de un experto en sonido, Ramón Freire, aquí hay una entrevista amena pero un poco largo: Música, emociones, neurociencia.