En el tema del soñador y el sueño, el maestro de la lengua española, Don Pedro Calderón de la Barca, nacido por allá en el 1.600, es quien más bellamente lo ha expresado. A continuación los versos del monólogo de Segismundo que con más sentimiento expresan el desespero al entender que glorias y tristezas, todas son un sueño.
Aclaro, -para quien no haya leído el poema para teatro La Vida es Sueño-, que Segismundo es un príncipe encerrado en una torre desde su nacimiento, que es descubierto y llevado a la libertad, para luego ser apresado de nuevo.
Sueña el rey que es rey, y vive con este engaño mandando, disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe prestado, en el viento escribe, y en cenizas le convierte la muerte,
¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar, viendo que ha de despertar en el sueño de la muerte?
Sueña el rico en su riqueza, que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza, sueña el que afana y pretende, sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión, todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí de éstas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño: que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.
Sabed si el verme hoy espanta, que fue mi maestro un sueño, que me dice y desengaña, que es una dulce mentira cuanto en esta vida pasa: porque cuando desperté, todo es viento, todo es nada. Bien como el representante, que habiendo sido un Monarca, vuelve a ser esclavo vuestro, cuando la Comedia acaba; y humildemente os suplica, que le perdonéis las faltas... No me despiertes si duermo; y si es verdad, no me duermas. Mas sea verdad o sueño, obrar bien es lo que importa. Si fuere verdad, por serlo; si no, por ganar amigos cuando despertemos. Cielos, si es verdad que sueño, suspendedme la memoria,
que no es posible que quepa en un sueño tantas cosas.
¡Válgame Dios, quién supiera, o saber salir de todas, o no pensar en ninguna!
Luego fue verdad, no sueño; y si fue verdad --que es otra confusión y no menor-,
¿cómo mi vida le nombra sueño? Pues, ¿tan parecida a los sueños son las glorias,
que las verdaderas son tenidas por mentirosas, y las fingidas por ciertas?
¡Tan poco hay de unas a otras que hay cuestión sobre saber
si lo que se ve y se goza es mentira o es verdad!
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