domingo, 13 de abril de 2014

¡Parecemos caracoles!

Sintiéndome caracol, hoy me puse a pensar por qué mi vida había cambiado sin que me percatara, y el panorama se había ensombrecido en algunos aspectos, como el económico, el afectivo y el de salud, entre otros. Y reflejada en mi propia sombra, me vi cargando un tremendo peso a mi espalda, que ya casi no me dejaba mover.


Porque la diferencia con los seres alegres y confiados que fuimos en la juventud, es el incremento paulatino del peso de la desconfianza en múltiples instancias y discursos. El mucho leer y el mucho averiguar, nos llevó a descubrir los recovecos vergonzosos de la Humanidad. Y tristemente, eso nos permitió muchas veces, ignorar todo lo bueno y lo bello que también había en ella.

Por ello, y buscando recuperar nuestro estado original, hoy sin descanso, haremos algo diferente. Tomaremos la siguiente decisión:

 ¡Hoy lo perdono todo y me libero de mis cadenas!

Hoy perdono por fin, al Vaticano que me defraudó
Perdono a la Banca con su falsedad y egoísmo
perdono a la guerrilla, que  ha hecho tanto daño a Colombia.
perdono a los conspiradores del poder, que quieren dominar al mundo
perdono a las farmacéuticas, que en su negocio mundial sacrifican la salud y la economía
perdono a la industria de alimentos que se ríe del consumidor
perdono a los militares, a veces ciegos, a veces desalmados, a veces ingenuos
perdono a los que contaminan
¡Y a los que me conducen a contaminar!

Perdono a los fabricantes de armas, porque escogieron un negocio equivocado
perdono a los políticos que piensan que sus movidas nunca saldrán a la luz pública
perdono a los malos maestros, porque no tienen la culpa de no ser mejores
perdono a los medios de comunicación, que se prestan para engañarnos
perdono a la competencia desleal
perdono a los gobiernos obtusos e imitadores de otros regímenes
perdono a los médicos, con las manos atadas
perdono a la publicidad perversa
perdono a los ignorantes que se portan como sordos
y también perdono a los que se creen sabios y confunden a la Humanidad.

Perdono a los fanáticos religiosos
perdono a los que distorsionan las notas musicales en contra de la armonía
perdono los tristes ídolos que nos imponen como moda
perdono la inseguridad generada por nuestra propia actitud
perdono a los vecinos antipáticos
perdono a los que maltratan a otros
y a los que les gusta ser maltratados.

Todos nos personifican una faceta propia y eso es lo que más nos molesta. Eso es lo que no nos deja vivir en paz. Porque lo que más nos desagrada en otros, es el defecto que reconocemos en nosotros mismos.

Ahora veo que realmente necesitamos perdonar todas esas cosas, para liberarnos de un gran peso que empezamos a cargar voluntariamente, en ignorancia y con estupidez. ¿Cómo podíamos respirar debajo de tanta cosa que nos incomodaba y condenaba?

Ya veo la diferencia del antes y el ahora en mi vida:
Antes, no me ocupaba de las inquietudes que ahora me han venido a entristecer y a desilusionar: Si me decían A, yo creía A. Si oía B, interpretaba B, y usaba una frase que interiormente fue muy mía: "Si me engañan con esto, el problema no es para mí... ya me lo pagarán en otra vida" y seguía alegremente mi existencia con el hobbie o actividad que por el momento me tenía entusiasmada.

Porque fui furibunda reencarnacionista (como ahora también lo soy, pero con otra perspectiva). Y por otra parte, mi confianza en la Providencia era infinita.

Ahora debemos terminar de dar el círculo para volver a donde estábamos, pero esta vez, más concientemente. En un nivel más alto, con seguridad. En el inocente punto de partida que siempre nos hizo vivir en armonía con nosotros mismos y con la existencia, inmersos en la abundancia, la armonía y el color.

Fuimos niños maravillosos y también jóvenes altruistas, y románticos en sentido universal.
Volvamos atrás. Nos conviene. ¿Será posible reasumir esa mirada transparente y pícara que le daba luz a cada día? O ¿Debemos conformarnos con que los años endurezcan nuestros ojos y nuestro corazón, solamente porque alguien dijo que así debía pasar y así lo aceptamos?

La respuesta es un radical NO.


Nuestra mente es la que crea, y lo hace bajo nuestras órdenes.

Entonces, el mantra para repetir este día, es:

¡HOY PERDONO PARA LIBERARME A MI MISMO!
¡Bienvenida sea la ingenuidad!

Vuelvo a creer en todos: Veo lo mejor en cada uno.
Miro con ojos sinceros,
por lo que no puedo más que ver sinceridad en los demás.

¡BIENVENIDA SEA LA LIBERTAD!