¿Qué queda?
Otra vez, la pregunta reiterada:
¿Quién soy en realidad?
Tomemos como ejemplo a una mujer exitosa y medianamente atractiva.
Quitémosle la gerencia de su empresa
Y quitémosle su empresa... sus aduladores empleados y colegas.
Con esto, le quitaremos su holgura económica, deteniendo su inocente derroche.
Quitémosle la juventud y su energía para el deporte.
Retiremos su capacidad adquisitiva
y con ello la posibilidad de ayudar económicamente a otros.
Hagamos a un lado su profesión, porque no está en edad de viajar...
Y sin ir al campo, no hay práctica de la Geología.
Ya no habrá más salidas a la Naturaleza, ni viajes, ni idiomas por conquistar.
No hay motivo.
Se acabaron los placenteros vuelos, los hoteles, los seminarios y congresos.
Despojémosla del birrete, la aureola, los títulos, diplomados y maestrías.
No tienen ya utilidad.
Ya no "Doctora", con respeto
Si acaso, "Neurótica", "Indecisa".
Alejemos a sus hijos, porque ni la necesitan ni la soportan.
¿Qué queda de ella?
¿Qué había en el fondo?
¿Nada?
¿Cuál era su esencia?
¿Si se desviste una persona, se esfuma la figura?
¿Era un fantasma?
¿Una ilusión total?
¡Solamente resta por quitarle el cuerpo, refugio del Ego y marca de su ubicación en el mapa!