El propósito de esta existencia es perdonarle a la humanidad ese pecado original que cree que cometió.
Algo sucedió. La humanidad se avergonzó y hasta ahora se siente cada vez más culpable y enredada en su supuesta indignidad.
¿Que pasó? La falta fue haber ensayado la percepción dividida, lo que dio pie al espejismo del ego como amo de la situación.
Porque en ese momento, dejamos de sabernos una unidad, para sentirnos solos y aislados.
Pero la verdad es que aquel "pecado" fue una quimera. Un sueño. Nunca sucedió realmente pues el pasado de un sueño no existe.
La humanidad sigue siendo el digno hijo de Dios, junto con todos sus hermanos en las demás galaxias.
Los demás nos miran desde fuera, anhelando que despertemos del terrible sueño de separación y pérdida del paraíso por nuestra propia locura. ¡Ellos anhelan nuestro pronto retorno al grupo!
Entonces,
¡Vamos a perdonarnos!
¡Vamos a salir de esto!
¡Vamos a regresar al hogar!
Porque seguimos siendo tal como Dios nos creó.
¡Se acabó el tiempo del exilio!
No prolonguemos nuestra auto condena.
¡Auto perdonémonos!
Regresemos felices a casa, como el hijo pródigo, porque por definición, somos inocentes.