Mmm... Sonrío suavemente al imaginarme en esa situación.
¡Me sentiría más libre! En paz. Menos tensionada.
¡Muy bien, me sentiría!
Entonces, escojo analizarlos. Tomo uno... el primero: El de ese familiar con el que estoy resentida, y de pronto, me doy cuenta de la situación no es como yo me la cuento... que me he estado auto-engañando.
¡Mi resentimiento, ahora que lo miro de frente, es UNA MENTIRA QUE ME DIJE A MI MISMA! tal vez a partir de un suceso verdadero, pero ahora totalmente deformado por mi ego. Y que pesa.
Es una máscara ante nosotros mismos y ante la gente, que nos hace quedar bien, cuando en realidad nos sentimos culpables.
¡Es un karma escondido!
Y mi ego, disimulando, ¡Ahora se queja y destaca su actitud, sin nombrar la mía!
¡Qué artista del engaño es el ego oculto en mí!
Mira solamente una parte del conflicto.
Bien. ¡Qué revelación!
Lo bueno de hacer este ejercicio es que vemos claramente cómo funcionan nuestros resentimientos y por lo tanto, podemos comenzar a solucionar la situación que teníamos trabada...
Aquella incomodidad que quizás fue un nudo por años...
Ahora podemos entender un poco más en perspectiva, y si queremos liberarnos, PODEMOS PERDONAR... Y PERDONARNOS.
Entonces: Nos perdonamos y comprendemos la reacción de la otra persona.
¡Qué bien nos sentimos!
El mundo es amable
¡EL AMOR NO ABRIGA RESENTIMIENTOS!