domingo, 22 de marzo de 2020

Nuestro Terror a la Muerte

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Si miramos atentamente a nuestras reacciones en esta situación de crisis, nos damos cuenta de que lo que subyace todo este caos,
es nuestro tremendo miedo a la muerte.

Unos nos sentimos poderosos con nuestra tecnología...
otros con nuestra religión...
los jóvenes con su juventud...
los empleados con su empleo y
los ricos con su dinero.

¡Todo eso funcionó bien hasta que nos dijeron que podíamos morir por un virus!
Pareciera que no sabíamos que de todas maneras en algún momento moriríamos...

Como aquel cuento que dice que de todas maneras somos como paracaidistas que ineludiblemente se lanzan de una avioneta en vuelo, sin paracaídas. Todos van llegando al suelo, unos antes y otros después. Teóricamente, esa es la vida. Nadie nos ha ocultado ese hecho.

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¡Pero nuestro miedo a morir es ancestral! Y nuestra ignorancia también. Eso lo saben quienes nos controlan, por lo que poner en circulación un pequeño bicho nos hará subirnos a la mesa asustadísimos.

Lo han dicho en las redes muchos médicos, pero nosotros, de muertes casi nada sabemos.

Mueren más personas por diabetes y por cáncer, que por el coronavirus.

Incluso por accidentes de tráfico.

- Un genio le dijo a un gobernante: Te voy a dar a tí y a tu pueblo entero, un regalo fabuloso que les servirá para moverse velozmente y sin cansarse de un pueblo a otro. Y que les permitirá llevar cosas pesadas por largas distancias sin ningún esfuerzo. 
Solamente me tendrán que dar a cambio UN MILLÓN DE PERSONAS cada año para matarlas. 

Naturalmente, si fuéramos el gobernante, nos negaríamos a las peticiones del monstruo.

¡Pues este maravilloso regalo es el automóvil!
Y según la OMS 1,2 millones de personas mueren al año en accidentes de tránsito.

¿Ah?
¿No nos habíamos dado cuenta ?

Igualmente...

Quien quiera controlar la economía mundial a su antojo, 
no tiene sino que manejar nuestra débil psiquis colectiva.
¡Nos conocen bien!

¡Conocen nuestra falta de fe, nuestros miedo, nuestro egoísmo, nuestra pequeña soberbia
y con eso, nos manejan!


Fortalezcamos entonces, nuestro conocimiento espiritual. 
¡El que sea!

No somos simples cuerpos. ¡Perder el cuerpo no es un desastre tan enorme como para perder la cordura!

¡Somos eternos! El holograma no es sino un espejismo.

No dejemos que nos vuelvan locos amenazándonos con una eventual muerte, 
que en realidad, siempre ha estado ahí!

Mostrémonos al menos a nosotros mismos -aquí encerrados- 
que tenemos convicciones más fuertes que las que pueden arrasar los medios de comunicación.