viernes, 21 de mayo de 2021

El papel del Oxígeno en el Paleolítico y en nosotros

Cuando meditamos, comenzamos generalmente con unas pocas inspiraciones profundas... y nos empezamos a sumergir en un mundo de paz y belleza...

Probablemente habremos notado que a medida que la meditación se hace mejor, nuestra respiración se calma y llega a un momento en que se hace imperceptible. 


Como me contaron alguna vez algunos monjes Zen occidentales, discipulos de Taisen Deshimaru. Decían que en las seshines de Zazen con este importante maestro en su dojo de Francia, durante la sesión de meditación, él pasaba caminando entre ellos con un espejito, colocándolo frente a las fosas nasales de los practicantes. Lo que se esperaba era que el espejo no se alcanzara a empañar con la espiración, por lo tenue y lentísima que era la respiración.

Ahí, entonces, me pregunto si la escasez de oxígeno en la sangre o en el cerebro tendrá algún efecto en la sensación de éxtasis que se experimenta en la meditación profunda.

Algo muy interesante al respecto, es la hipótesis de un arqueólogo llamado Ran Barkai de la Universidad de Tel Aviv, que ha estado estudiando los sorprendentes dibujos en las paredes de algunas cuevas de España y Francia, de acuerdo con un documental de Gaia.

Este profesor analiza la situación del hombre antiguo, -para nada salvaje como nos quieren convencer- fascinado por el misterio de las cavernas o tal vez usando éstas como sitio de iniciación.

El punto es que para que el se pudiera ingresar allí era necesario alumbrarse, y para ello, lo lógico eran las antorchas. 

Aquí viene el gran problema de que el fuego consume mucho oxígeno, por lo que el solo hecho de adentrarse en las cuevas significaba aportarles humo y crear un déficit en el oxígeno respirado, generando Hipoxia.


Es conocido que la hipoxia genera estados alterados de conciencia.

La conclusión es entonces, tan obvia como asombrosa.

Los preciosos grabados en piedra de cuevas como las de Lascaux en Francia o las de Altamira y El Castillo, ambas en Cantabria, y la de Tito Bustillo, en Asturias, han dejado a los arqueólogos sin explicación, puesto que el hombre del paleolítico no podría haber tenido esas aptitudes para dibujar. 

Efectivamente, ni en nuestras ciudades "supuestamente en la cúspide de la evolución humana" es fácil encontrar gente que dibuje con tal equilibrio y armonía como los bisontes de esas cuevas europeas.


Los caballos de las cuevas de Chauvet, como todas las demás pinturas, muestran un conocimiento de la técnica de dibujo, la perspectiva, ¡Hasta la anatomía del animal! Sin mencionar la belleza de las superposiciones y el uso acertado de las sombras, entre otras características.


Entonces, el ingreso a estas profundas cavernas se haría intencionalmente para entrar en ese estado especial de conciencia, con un producto gráfico secundario pero espectacular, consecuencia de una conexión con la mente superior, para la que no hay dificultad por razones de oscuridad, humo o relieve de la roca para hacer una obra de arte.

¡Fascinante! ¿No?