martes, 19 de abril de 2022

Definición Panteísta de Dios

Dios es la sustancia básica, 
o auto-conciencia de vibración extrema,
de la que todo se crea, cuando por su propio gozo,
se enmascara en los infinitos niveles de densidad 
que ha imaginado.
 
Echa a andar el Divino Juego, dando individualidad a criaturas diversas, a quienes insufla vida. Inicialmente, las enseña a operar en la densidad escogida mediante el instinto; pero cuando evolucionan, les da libre albedrío y les regala el mismo poder creativo que Él posee.

De este dinámico engranaje o Plan Divino surgen los Mundos y los Pueblos, con su infinita variedad de colores y su diversión virtual, desprovista de riesgos reales para los participantes.

Estos mundos, de variadas densidades e ingeniosos retos, se construyen en detalle, mediante la voluntad colectiva de sus criaturas, resultando a veces paraísos de inimaginable belleza y bienestar, o a veces, caóticos entornos, donde la experiencia se confunde más y más, al extenderse la imaginaria línea del tiempo que se les asignó.

En todos ellos, esa creatividad prestada puebla de "cosas" al mundo: unas divertidas, otras útiles y también, otras decididamente causantes de sufrimiento.

Un ejemplo elemental de aparición de las cosas: Una mesa no fue "hecha" por Dios: Dios preveyó la sustancia densa de la mesa, a través de Sí mismo, convertido en un bello árbol que respiró y creció, inmerso en un bello paisaje, que también era Él mismo.

Luego, proveyó la sustancia de energía intermedia, mediante el deseo entusiasta y hábilmente entrenado, de alguna de las criaturas que Él anima: el carpintero.

Pero, también Él suministró la sustancia de la conciencia de otra criatura, -el artista- a quien tambien anima y da vida, y quien visualizó y creó un molde de mesa en el pensamiento -hecho de la misma sustancia de Dios-. Lo que permitió bajar la artística mesa a la existencia física.

Asi que, en cada mundo llega a haber de todo, para todos los gustos y todas las posibles experiencias.

Por muchos años... Por el Año de Brahama... 8.640 años.

En algún momento,
cuando se desenrolle todo el ovillo de esa línea de tiempo particular,
-y también por sanidad mental-,
se barajarán las cartas de nuevo,
se hará borrón y cuenta nueva...
y volverá a empezar otra diversión temporal distinta.

Es cuando a la Brillante Sustancia se le antoja descansar, por lo que comprime su singularidad en su Shambalá Vacío, antes de la siguiente etapa de aventuras.

¡Puro gozo! ¡Nada trascendental!
¡ja! ¡ ja! ¡ja!