sábado, 15 de febrero de 2014

La salud que nos han vendido

La situación de salud de los países occidentales es tan insólita, que se necesita estar muy inmerso en el sistema para no darse cuenta de lo absurdo que resulta un sistema médico que no tiene solución ni remedio, casi para ningún tipo de dolencia. 

Se les puede oír decir: La gripe es una enfermedad sencilla, pero que no tiene más cura que dejar que evolucione y pase. Lo mismo las enfermedades virales. Para los distintos tipos de cáncer se está haciendo muchísima investigación, pero aún no se ha encontrado ninguna solución. La diabetes no tiene cura. La úlcera, tampoco. No sabemos qué hacer para erradicar la colitis, ni las alergias... Y nadie puede prevenir un ataque al corazón, entre otras enfermedades... 

¿Qué hace entonces esta institución? Se dedica a la cirugía; o sea que si un órgano no funciona, hay que rebanarlo. Y advertir sabiamente al paciente que luego, otras cosas fallarán, consecuentemente.



No lo hago por criticar, sino que advierto sobre lo que pienso, si ha de servir para que otros se den cuenta de la absurda situación, incluso los mismos médicos. Porque los médicos en general, son bien intencionados; ellos sentían desde jóvenes el deseo de curar, de ayudar a sus semejantes. Fue la gran facultad, -ya orientada hacia el negocio de las pastillas y las inyecciones-, quien les frenó el deseo de investigar y les prohibió usar medicinas que no hubiesen salido de sus fábricas.

Y ésta industria nos echa el cuento de que los fármacos son tan caros, porque invierte años de investigación costosísima hasta por fin lograr el producto... ¡Que no da solución a la dolencia! O cuyos efectos secundarios obligan a comprar otras drogas ¡Igualmente caras e inútiles!

Parece que la inmoral y fría clave del negocio es que el paciente no muera... Que sienta alivio de los síntomas, hasta cierto punto, pero que jamás se cure. Porque si se llegara a curar, no compraría más productos a la industria.

Así, una humanidad entera transita enferma por este mundo, lamentándose de los malvados virus, de los microbios y de todos los entes invisibles que le malogran la vida. Y todos entrenados para aplaudir y obedecer al fabricante de píldoras, aunque lo que éste diga salga de todo sentido común y vaya en contravía de la sabiduría tradicional popular.

La solución al lamentable estado de salud en que se encuentra un gran porcentaje de la población de los países occidentales está en que en aras del negocio, se mira para otro lado y no a donde está la solución (que a lo mejor no es tan compleja como nos han hecho creer).

Veamos sobre el tema esta animación del Doctor Mercola: