viernes, 23 de enero de 2015

El Origen Esencial de las Enfermedades

Estoy estudiando un libro fabuloso de Santiago Portilla Rosales, ingeniero-antropólogo-naturópata-karateca con una claridad mental increíble: él desarolló una lógica teoría sobre la enfermedad que no es evidente para los demás, porque estamos demasiado deformados por un sistema que nos inculca dogmas contradictorios que todos aceptamos en masa.

Tal vez nos hemos comido el cuento de la ciencia médica y la investigación farmacéutica. Hemos crecido admirando los investigadores premio Nobel, que después de invertir millonadas en cuestiones muy puntuales, sacan conclusiones que trasforman y marcan a toda nuestra cultura. (Más no siempre en sentido positivo, como veremos).

Es el caso del temor que nos han infundido a los microbios y los virus, a los que consideramos  monstruos malvados, invisibles, que nos acechan por todas partes y son capaces de matarnos de un zarpazo.

Igualmente, cada vez que no tienen explicación ni cura para alguna enfermedad, los médicos salen del paso con ésta teoría de los virus y también la de las enfermedades hereditarias. Y lo doloroso para la Humanidad es que sus médicos no tienen cura casi para ninguna enfermedad (ni siquiera la gripa), por la sencilla razón, que desconocen sus causas.

¿Qué quiere decir esto? Que han venido elaborando su ciencia por el camino equivocado. Que no están investigando donde es... Y que están basando su efectividad en medicinas que son aún más "mágicas" -en el sentido despectivo que ellos usan hacia la medicina natural- que cualquier pase shamánico o yerba que practiquen las sociedades tradicionales. Efectivamente, no veo la diferencia entre hacer que el enfermo de asma se tome una pócima (jarabe hecho por  Farma Bayer) o se tome un buche de sangre de paloma (recomendado por un brujo). Ambos están dando palos de ciego y probablemente más el primero que el segundo.

Así se ha popularizado la respuesta del médico al pobre paciente: "Lamentablemente su enfermedad es incurable". Y el problema de fondo es que la medicina occidental no sabe cómo conservar la inmunidad.

Así sucede el frecuentísimo caso del médico que fallece a manos de la enfermedad de su especialidad. O sea, que de esa enfermedad no sabía nada, nada. Lo pueden atribuir a contagio con sus pacientes, tal vez.

Lo digo porque los médicos generales de antes no se contagiaban nunca de nada y además, acostumbraban dejar al paciente un mucho mejor estado del que lo habían encontrado.

Entonces, -resumiendo-, Santiago Portilla dice que no son los  genes, ni los virus (ni siquiera el del SIDA), los que contagian y matan a la gente. Esos virus están en todas las personas de manera latente e inofensiva. Lo que enferma es la baja de defensas en el organismo, ocurrida en un momento dado, que a la luz de su teoría, sucede por una sola cosa: 

El equivocado Estilo de Vida. 

Y dentro de él, fundamentalmente por la equivocada forma de alimentarnos. Así, Santiago Portilla plantea una alimentación sencilla de la que se eliminan todos los productos artificiales, los azúcares, la carne y el licor. Se favorecen en cambio los granos, los cereales integrales y las legumbres. Y lo mejor es que es flexible incluso con los alimentos "malos", dejándolos para esporádicas celebraciones y fechas.

Atribuye las enfermedades "hereditarias" a la herencia sí, pero de malos hábitos de alimentación, cosa que sucede siempre, porque preferimos comer aquello con lo que nos criaron. Es así que si vemos un niño obeso, podremos encontrar con facilidad a su padre y a sus hermanos; pero no por herencia, sino salvo casos especiales, por sus hábitos alimenticios.


Entonces, recomiendo definitivamente estos libros y conferencias

El libro se llama "La Alimentación Escencial Humana. Fuente de nuestra Vitalidad" que contiene, además de la dieta a la que debe migrar todo aquel que decida librarse de alguna enfermedad grave, una serie de ricas y sencillas recetas tradicionales, al alcance de cocineras principiantes como uno.

En resumen, la propuesta propende por la alimentación tradicional. Vivamos donde vivamos, miremos a las generaciones previas y especialmente a los campesinos. ¿Que ellos se alimentaban casi exclusivamente de maiz?  Pues entonces, por ahí va la dieta zana de esa región. ¿Preferían el arroz en muchas preparaciones? Pues esa es la dieta correcta para ellos y la que sacó adelante a sus milenarios pueblos. ¿Es el trigo? El trigo será.