¡Confieso ser una compulsiva compradora de almohadas!
Las tengo de espuma, de plumas, de formas novedosas, como ochos, como infinitos, como islas... También de materiales desarrollados por especialistas... hasta por la NASA (aunque suene a timo). Tengo las almohadas gordas, las flacas y la altas. Y hasta a veces duermo sin almohada...
Lo que pasa es que dormir relajadamente, -si no se hace boca arriba-, no es fácil, porque nuestro cuerpo no es un cilindro perfecto. Está coronado por una esfera a la que lo une un pilar asombrosamente delgado, que es el cuello. De manera que al estar en la cama, el cuello queda en puente, haciendo un esfuerzo en falso si la almohada es baja; o de lo contrario, tronchado si el soporte es demasiado alto..
Su importancia está en que por allí pasan los nervios, los estímulos, la estructura, las órdenes cerebrales y hasta las emociones. Esto hace del cuello la parte que más deberíamos cuidar de nuestro organismo y la que más requiere estar en forma. Su elasticidad es primordial para el buen estado anímico y de salud.
De lo contrario, vienen los mareos, la rigidez, el insomnio y sus equivalentes en nuestra actitud frente la vida.
Ante el dolor de cuello por más de un semestre, junto con la ignorancia impávida de una serie de especialistas, encontré solamente alivio en el Qi Qong, del que he hablado en otras entradas de este blog. Solamente los ejercicios que se enseñan en el siguiente video me sirvieron para relajar el cuello, volver a dormir bien y erradicar los constantes mareos al levantarme.
Lo recomiendo definitivamente, combinado con una rica compresa caliente antes de dormir.
Los ejercicios, aunque parecen simples, al estar combinados con la respiración que se indica, son muy poderosos en cuanto a movimiento de energía; por lo que no deben hacérseles variaciones, y solamente repetirlos de manera moderada, las veces que se recomienda en la grabación.
¡Suerte!