domingo, 11 de enero de 2015

Veamos Auroras Boreales

Eliminemos nuestra tendencia a seguir a los guías de las sombras, lo que en otras palabras es: Abandonemos nuestros miedos.

Porque parece que disfrutáramos con los sucesos negativos: los masticamos y digerimos lentamente, manteniéndolos en la mente, como si nos gustaran. ¡De tanto miedo que les tenemos!

Una serie de profetas de desastres con distintos atuendos, se yergue sobre nuestra humanidad dictando las catastrofes que van a llegar y nosotros, en nuestro terror, asumimos que es verdad. Esto vale para Nostradamus, -demente figura medieval- hasta el científico que declara que pereceremos bajo el cambio climático.

El problema con todos ellos es -increíblemente- nuestra poderosa mente, que es inducida a materializar todo  lo que piensa y lo hace aún con más eficiencia, cuando lo hace en grupo.

Recuerdo que en mi juventud la Madre Tierra era eso: una madre bondadosa que nos daba todo. Más bien nosotros los hombres éramos los que perturbábamos su paz con nuestras rencillas y guerras. Sin embargo, en libros que leía, ya alguien empezaba a anunciar castigo a nuestros desmanes, diciendo cosas que yo me negaba a creer, de lo improbables e inusuales que eran, como: Que los volcanes de todo el mundo hacia el año 2000 se íban a despertar! Inaudito. Conocíamos a los volcanes más como picos nevados para escalarlos... Qué bonito lograr ver alguno en erupción, pensaba... Pero eso nunca pasaba.

Alguien así, poco a poco, sembró el miedo a nuestro planeta en nuestras mentes, y aparecieron los tsunamis, las tormentas incontrolables, los tifones que arrasaban pueblos cuya historia no mencionaba nada semejante... Los ríos abandonaron su cauce acabando con cultivos y comunidades y el sol empezó a quemar ignorando los periodos usuales, agotando la tierra, los bosques y enfermando la piel de la gente, como nunca.

Porque nuestra mente es poderosa y muy peligrosa si la ponemos inconcientemente al servicio de quien quiere sacar partido de las masas asustadas.

Quisimos o nos indujeron a ver desastres naturales, y eso vemos. Reforzados con creaciones cinematográficas mal intencionadas que nos muestran (para que retengamos en nuestra retina y nuestro subconciente) cómo el 2012 o cualquier otro momento, es el comienzo del caos y la destrucción.

Antes la Naturaleza nos lo daba todo. No le temíamos antes.

No nos dejemos asustar por teorías de cinturones de partículas recien nombradas, ni rutas perversas por donde debe transitar a golpes nuestro planeta. Eso lo ha hecho por siglos, sin que lo sintieramos de manera especial.

Dejémos el miedo. En todo caso, si la raza humana tuviera que desaparecer un día, pues que desaparezca. Pero no tan cobardemente, sufriendo en anticipación lo que no ha sucedido. Pondremos punto y punto quedará. Listo.

Por qué en cambio, no favorecemos la aparición de guías positivos, que nos digan que entrando en los anillos de fotones (si es que vamos a entrar) disfrutaremos de las más bellas auroras boreales en todas las latitudes? Seguro que las veríamos.


Paralelamente a la maduración de nuestra conciencia ecológica, que ya se está dando en muchos sitios, veríamos florecer un mundo hermoso, tal vez de colores más vistosos, con amaneceres más espectaculares para que se regodearan los fotógrafos, coloreando los mares de hermosos tonos pasteles, con las estrellas de colores para que las aprendieramos a reconocer los profanos a primer golpe de vista?

Propongámonos visualizar y esperar confiadamente bellezas en nuestro maravilloso planeta y alejémonos de los torcidos profetas de la tristeza y el dolor.

Nada está escrito. Los mismos profetas de la antiguedad afirmaban que sus visiones venían para que se recapacitara y se corrigiera el rumbo. No estaban escritas en piedra.

Iluminemos entonces nuestra mente con bellas visiones y alegres expectativas para el futuro, porque eso es lo que merecemos: Un paraíso para disfrutar y cuidar.

Miremos asombrados como la tierra se fertiliza y alimenta a todos, y como  los bosques pueblan los desiertos dando hermosa sombra a su bella fauna.

Y junto a ello, dejemos abierta la posibilidad de que cesen las peleas entre pueblos y podamos vivir en paz.

¡Preparemos en nuestra mente la posibilidad de ser felices en la Tierra!