miércoles, 14 de enero de 2015

Libertad de Prensa


La violencia solamente trae violencia.
Eso lo sabemos desde siempre.

Quien a hierro mata, a hierro muere. Por eso la guerra no lleva a la paz: La guerra lleva a un ganador diezmado y a un perdedor lleno de odio y deseo de venganza.

En este contexto, el terrorismo de las últimas semanas en Paris es reprochable, porque en principio, nadie debería tomar justicia por su propia mano. Sin embargo, debemos considerar el detonante que llevó a esa situación:

Es indiscutible que las personas tienen en alta valía los principios que se le inculcaron en la niñez. Y constituyen estos principios de manera muy importante, las costumbres y las creencias religiosas. De manera que aunque "la religión sea el opio del pueblo" está en el corazón de gran parte de la Humanidad y por ella las personas pueden llegar a extremos muy violentos.

Es casi un tema intocable. Sagrado, podría decirse. Por eso le enseñan a uno que no debe hablar de religión en un encuentro social, so pena de quedar maltratado de palabra y hasta golpeado de obra. Aunque esté entre amigos: Cada cual tiene sus creencias inamovibles por las que podría llegar a dar la vida.

Por eso sucedieron las guerras religiosas de todos los tiempos. En Irlanda aún no terminan y toda Europa tiene recuerdos de conflictos similares. Por eso se hicieron las Cruzadas, -barbarie apoyada por el Vaticano-, enarbolando la bandera del Cristianismo, con el sagrado "deber" de sacar a los infieles de Tierra Santa. ¿Tiene lógica este argumento analizándolo racionalmente? No. Pero movió ejércitos y mató a muchos.

Y sucede que la violencia también puede ejercerse y con mucha fuerza mediante signos (Muchos hombres reaccionan violentamente ante una señal distante hecha con los dedos, no más; o ante la mera mención agresiva del nombre de su madre).

Así que la violencia también se puede generar mediante señas, palabras, carteles, grafitis y humorismo gráfico. ¡Aquí llegamos al punto!

Insultar a una gente por su religión a través de los medios de comunicación, era un riesgo evidente para Charlie Hebdo. Es increíble que ahora se sorprendan por la reacción. Más valía haber hecho humor político, que aunque más difícil de lograr, impacta de mayor forma al lector y puede dejar el mensaje que se desea enviar casi que subliminalmente. Pues en realidad, política es en el fondo la razón de las bromas religiosas del semanario francés.

No debe olvidarse que la libertad de prensa se refiere a la libertad de decir la verdad, sin ser acallado por los gobiernos o por el poder de quienes afecta. Pero libertad de prensa no es libertad para insultar a otros mediante la ridiculización de sus creencias. Eso es una afrenta muy grande, -sea que se ataque a la religión que sea-, que posiblemente le traerá represalias al autor de la burla. No es un secreto para nadie con cuatro dedos de frente que hacer esto es un riesgo, aunque el grupo atacado fuera el más pacífico y espiritual del universo. ¡Siempre habría uno de los ofendidos que no se podría contener y le daría un garrotazo al agresor!

No justifico lo sucedido en París de ninguna manera. El valor de la vida humana está ante todo. Pero pienso que si alguien en un país árabe publicara viñetas ridiculizando alguna creencia religiosa occidental, -y en su soberbia lo hiciera repetidamente- posiblemente habría de este lado del mundo quien se rasgara las vestiduras y se sintiera divinamente impulsado a castigar al blasfemo. Posiblemente una gran mayoría ante el oprobio a sus ideas más queridas, digeriría callada su odio. Pero también es fácil que aparecieran quienes quisieran cobrar con sangre la ofensa. -Obvio-.

Las personas reaccionan de manera diferente cada una:
¿Para qué pincharlas con humor negro y agresivo? No tiene razón de ser...

A menos que quien agrede con sus caricaturas tenga también en su corazón una rabia inmensa que lo impulse a la guerra. Y en la guerra, ¡El que busca encuentra!

Ya es como tarde para pedir perdón o para perdonar la desmedida reacción: