viernes, 9 de enero de 2015

Liberación de la Ley de Causa - Efecto

La Percepción y el Pensamiento ocurren simultáneamente, de acuerdo con UCDM.

O sea que el mundo que vemos aparece tan pronto pensamos en él, pues son dos factores que están ligados y no pueden existir sin la presencia del otro.

En la paz de Dios, no existe mundo, porque "El" no lo está pensando... Solamente hay Ser. Gozo de existir.
Esto abre la puerta a una interpretación novedosa de la Realidad: Descarta la hipótesis que ya habíamos aceptado sobre la infalible Ley de Causa-Efecto, puesto que es la Mente, la que en su sueño, crea instantáneamente sus visiones, sin necesidad de procesos en cadena.
No hay lugar a lamentaciones por lo actuado. No hay rutas correctas ni rutas equivocadas. Simplemente son caminos, a veces divergentes, pero simplemente rutas para recorrer.

No estamos condenados por nuestros errores. ¡Dejémos de esperar represalias de la vida!

Sin embargo, no elimina esta perspectiva la apariencia mundana de que una acción ocasiona reacción, ni de que un algo genera una consecuencia; porque en efecto, esta conexión sigue siendo otra "ley" establecida por nosotros mismos y a la que obedecen nuestras ilusiones.

Nuestra mente es tan poderosa (para lo positivo y también para lo adverso), que cualquier sentencia que aceptamos, la acatamos totalmente, como si tuviera valor absoluto. ... Y se nos olvida que es un sueño generado por nosotros... Este proceso es lo que acostumbramos llamar la acción del "subconciente", que nos traiciona con frecuencia, obligándonos a actuar en forma que no queremos, y más grave aún: Nos asusta con factores que racionalmente no implican peligro. Es el caso de quien piensa que el aire frío lo va a enfermar (como en efecto sucede), o que nadie reconoce su trabajo (y en efecto nadie le paga oportunamente sus servicios), o del pesimista, al que efectivamente todo le sale mal.

Partiendo de esa observación, extrapolo a lo que sucede en nuestras vidas: Creemos ciegamente que las cosas que se sueltan desde lo alto caen irremediablemente al suelo (ley de la gravedad), y como lo creemos indiscutiblemente, sucede siempre así, sin falla. No hay posibilidad de que observemos algo diferente.

En cambio, si fuera cierto que la percepción y el pensamiento suceden simultáneamente, existe para nosotros la posibilidad de liberarnos de todas las seudo-leyes del Ego, especialmente de la Ley de Causa - Efecto. Mejor dicho, podremos reconocerla como un fantasma de nuestra infantil zozobra. Se acabarían nuestro pecados y nuestros errores. No tendríamos que pagar por el pasado. El pasado perdería el tremendo valor que actualmente le damos como orientador de nuestro presente.

Nuestro pensamiento pasaría a ser el absoluto e inmediato creador de nuestro destino (como nos lo han dicho infructuosamente las filosofías orientales), de manera que si fueramos inteligentes, nos pondríamos ya mismo a crear el mundo que deseamos, sea el que éste fuere.

(Si nos liberamos del miedo a ser dioses)