martes, 18 de junio de 2013

Instrucciones para Despertar 5. El Sueño Feliz

Utilicemos concientemente nuestra mente para hacer una realidad favorable... que nos convenga. Cierto que estamos viviendo en una especie de pesadilla absurda. Un sueño con guerras, desigualdad e incertidumbre. Pero más allá, en alguna frecuencia o dimensión, está esperándonos la Realidad: el sitio al que pertenecemos y a donde finalmente iremos; nos esforcemos o no. Es cuestión de más o menos tiempo.

Pero como condición necesaria para despertar, como un escalón indispensable para que no sea tan aterrador el cambio hacia la plenitud, como una adaptación previa para que la Luz no nos ciegue, debemos lograr aquí, en el mundo tridimensional ¡Un Sueño Feliz! Tenemos que hacer un mundo ideal. Donde haya justicia y todo funcione como debe ser. Un mundo sin hambre ni esclavitud.

Antes de que podamos "ver" realmente, -una vez derrotados los engaños y espejismos del Ego-, es necesario que nuestra mente, (que siempre está fabricando nuestro mundo), comience a crear colectivamente el Sueño Feliz.


El método: Con la misma mente con la que damos vida al caos, con nuestros mismos pensamientos, -pero procurando que no sean tan erráticos-, debemos a crear el Sueño Feliz, para ahí vivir un tiempo, mientras aprendemos a ver la Realidad y como consecuencia, nos traslademos a ella.
Como si ya no fuéramos los masoquistas de siempre.

Cierto. Seremos concientes de que seguimos en un mundo ilusorio, como el presente; pero estaremos buscando decididamente paz con nuestros congéneres, rodeados de belleza y de justicia... de equilibrio ecológico... y de solidaridad.

Y comenzaremos a practicar la paz y el amor, por primera vez en serio (nunca lo hemos hecho).
Solamente entonces estaremos preparados para dar el salto que corresponda y enfrentar nuestra gloriosa Realidad.

Entre tanto, Louis Armstrong nos indica cómo debemos mirar la Naturaleza que aún existe. La que no hemos podido afectar con nuestro pensamiento deformante, porque todavía no ha estado en la mira del ego humano.

¡Un escenario natural y espóntáneo, indudablemente maravilloso!