Ya hemos hablado en dos o tres entradas de este blog sobre algunas hipótesis para explicar la misteriosa figura del Espíritu Santo.
Nos intriga, porque pone de manifiesto nuestra generalizada ignorancia sobre la estructura básica de Dios, que por dogma cristiano, debemos aceptar que es de naturaleza "trina" y reza así:
- El Padre (El Creador)
- El Hijo (Jesús de Nazareth)
- El Espíritu Santo (El Consolador)
Además, la iglesia amparada en que por fé debemos confiar en lo que nos dice, ni se preocupa de esclarecer el asunto y, son muy pocas realmente, las alusiones al Espíritu Santo que Jesús, despues de su partida, cuando lo nombró nuestro "Consolador". Ni la Biblia lo nombra, aunque quieran mostrarlo así, cuando habla del santo Espíritu... que claramente, se refiere a otra cosa.
¿Consolador? ¿Cómo es eso? Parece un refuerzo a las enseñanzas religiosas que tuvimos que aguantar, llenas de castigos y penurias en esta existencia. Nuestro destino es lamentarnos (eso quisieran que creyéramos)
Por lo anterior, expongo aquí un resumen de las hipótesis de Ernest Holmes y de Un Curso de Milagros, que expresan un profundo análisis e inspiración, resultante en teorías (todas, tristemente, son solo teorías), pero que lo dejan a uno más contento y con mucha más orientación sobre cómo vivir en sintonía con esa deidad trina, que parece tan esquiva.
Un Curso de Milagros expresa así la Trinidad divina:
- El Padre (Dios)
- El Hijo (La Humanidad... Nosotros)
- El Espíritu Santo (La Voz de Dios. La comunicación con nosotros)
- La Mente Universal (que incluye nuestras pequeñas conciencias)
- La Ley de manifestación, o la Palabra de la conciencia sobre la Sustancia (el Subconciente colectivo)
- La Realidad física (lo manifestado)
Esto, por sí solo vale la pena y hay que agradecerlo eternamente. Nos devuelve la categoría de creadores, por ser parte del Creador.