Estas misteriosas líneas se extienden en un perímetro de 50 kilómetros de longitud y 15 kilómetros de ancho, localizadas entre los kilómetros 419 y 465 de la carretera Panamericana Sur, que corta varias de ellas. El suelo de aquella región, que además, es una de las más secas y desérticas del mundo, es de color marrón, pero bajo esta primera capa se esconde otra de color amarillo, con lo que desde el aire puede notarse fácilmente el contraste de cada dibujo. De manera que las líneas, -que son simples surcos en la arena sobre la plataforma rocosa-, se han conservado gracias a las escasas lluvias en la región y la ausencia de vientos que hubieran podido borrarlas.
Cuando uno va volando en la pequeña avioneta dispuesta para el turismo, y si sobreponiéndose al miedo por las acrobacias que el piloto debe hacer, logra mirar hacia abajo, se notan muchísimas líneas rectas en distintas direcciones. Estas tienen cientos de metros de largo por unos quince centímetros de ancho y parecieran venir de ningún lugar y llevar a ningún otro. Sin embargo, dicen que algunas de ellas apuntan a hitos astronómicos como solsticios y equinoccios, y otras señalan cerros no muy cercanos pero observables desde la pampa. Pero de la mayoría no se tiene explicación alguna. Están dibujadas sin ningún orden aparente, superponiéndose y atravesándose mutuamente en muchos casos.
La matemática alemana María Reiche fue la más persistente investigadora de estos enormes dibujos. Durante más de medio siglo investigó las figuras de Nasca, y lejos de las frecuentes hipótesis actuales sobre civilizaciones extraterrestres, la investigadora afirmó que se trata de un gigantesco calendario sobre los movimientos del sol, la luna y las constelaciones.
Pero otra gente afirma que se trataría de una pista de aterrizaje (¿que supera los dos mil años de antiguedad?). Al respecto, el escritor suizo Eric Von Daniken expluso ampliamente esta idea en su obra “Recuerdos del Futuro”, en la que asume que las Líneas de Nasca son el reflejo de aterrizajes desde lejanos planetas.
En todo caso, sea lo que sea, es fascinante observar su belleza y precisión, lo mismo que el curioso detalle de que no se distingan sino desde el aire. Curioso. ¿No?
Claro que los agroglifos actuales están dirigidos a una Humanidad que se comunica entre sí instantáneamente y que registra fotográficamente cualquier irregularidad interesante. Ya somos otros... Un poco más receptivos y atentos que los indígenas nascas... ¿Será?