Hace unos años tuve la fortuna de asistir una semana en Pozo de Rosas, Venezuela, a un entrenamiento en PhoWa del lama noruego Ole Nidhal, representante del Budismo Camino del Diamante. Se trata de una tradición del budismo tibetano, mediante cuya práctica, es posible aprovechar el momento de la muerte para alcanzar la liberación y regresar a la Fuente; esto es, que al morir, se logren ver las-cosas-como-realmente-son.
El PhoWa es una técnica que se aprende en vida, con la intención de recordarla en el trance de la muerte. Es una meditación relativamente sencilla, pero de alta concentración, acompañada de sonidos guturales (como siempre en los cantos de monjes tibetanos), en la que la persona se visualiza subiendo como un punto azul desde el centro del cuerpo, desde el Hara, a través de la espina dorsal hasta la coronilla, punto a través del que se asoma para dar un salto liberador que lo lleva directamente a fundirse con la figura roja de un Buda sabio, que lo acoge en la Totalidad.
Es lo mismo de que habla el Libro Tibetano de Los Muertos (Bardo Thodol), que debe ser leído al moribundo, y luego del deceso, durante 15 o más noches al muerto, para que no solamente recuerde la ruta hacia la liberación, sino que no se distraiga asustándose con las sensaciones, colores y visiones que pueden aparecer en ese incierto momento.
Si la persona sigue las instrucciones, recordando lo que ha aprendido en vida sobre ese trance, puede liberarse dando el salto y gozar de la gran fusión con el Conocimiento y el Ser.
En cambio, si el individuo en este momento falla en reconocer la Luz oportunamente, entra nuevamente en la Rueda de la Vida, vuelve a ser prisionero de su karma y se alista para renacer y volver a experimentar la existencia humana.
Durante el mencionado retiro, el lama Ole Nidhal a solicitud de familiares de personas recientemente fallecidas, realizaba el PhoWa para esos muertos "ausentes", con la convicción de que la distancia no era obstáculo alguno para guiar esas almas a enrumbarse hacia el paraíso.
Esto sería muy posible, a la luz de nuestra nueva comprensión, pues creencias orientales antiguas como el PhoWa a distancia, es consecuencia de la certeza de ser Uno con los demás, del convencimiento de que las mentes no solamente están comunicadas, sino que básicamente son Una Sola. Así, no importa la distancia al dar una instrucción, sino que se da de mente a mente... que están comunicadas permanentemente pues son una y la misma: la Mente Única.
Somos millones de bombillas alimentadas por la misma electricidad: Dios; y sin Él no tenemos ni vida ni inteligencia ni conciencia. ¿No sería más práctico entonces, confiar definitivamente en Él, en cambio de seguir luchando individualmente como hormiguitas indefensas?