domingo, 17 de marzo de 2013

Meditación, Paso a Paso. Ejercicio No. 1. El Poder de la Música Clásica.

La música clásica es algo casi que pasado de moda... Una afición anacrónica que queda para algunos excéntricos,  o para una pequeña fracción de aburrida gente mayor, que pareciera querer aparentar cultura.  Ante la avalancha de ritmos bailables y novedades que resuenan en los chakras inferiores, la música clásica, estimulante de los centros energéticos de la cabeza, se ha hecho a un lado.

Pero la causa de este fenómeno no es necesariamente que la música moderna sea superior a la clásica, sino que ha habido una especie de desmotivación hacia ella (tal vez con fines non sanctos).  Efectivamente, pareciera que a la sociedad actual no le conviniera que los jóvenes se aficionaran a estas melodías, pues les podría dar cierta autonomía que los haría independizarse un poco de las modas generales impuestas por el sistema, con lo que sería más difícil controlarlos y uniformizarlos.

Otra tendencia ha sido mostrarla como algo “difícil de entender y de escuchar”. Algo que no se puede apreciar por cualquiera, sino que requiere, tal vez, algo de tedioso estudio y sacrificio. Es vox populi que una orquesta sinfónica, una orquesta filarmónica, no serían sitios óptimos para que trabajaran jóvenes modernos, ya que los chicos “activos e inteligentes” buscan ahora emociones rápidas y fuertes… Preferiblemente en sitios ruidosos, donde no sea necesario más que unirse a la masa general, y “divertirse”.

Entonces, nosotros los habitantes del Shambalá, en proceso activo de despertar, aprovecharemos los beneficios que la música clásica y en especial la de Handel, nos puede aportar a nuestra práctica de la meditación, con la intención de cuanto antes, elevar nuestra vibración y encaminarnos a nuevas dimensiones que, definitivamente, merecemos.

EJERCICIO NO. 1

  1. Consigue un CD de Händel (en las pocas tiendas de música que quedan, casi te regalan a los clásicos). También puedes buscar en la red y bajar unas cuantas obras, no muy largas, al principio (deja el Aleluya y el Mesías, para más adelante, cuando estés más preparado y oírlos te haga estallar de emoción).
  2. Busca un sitio cómodo en tu hogar donde no te molesten por una media hora, o más.
  3. Comienza a escuchar la obra, con el volumen suficiente para poder imaginar que te encuentras en una sala de concierto y oyes en vivo la ejecución. Como si los músicos estuvieran frente a ti.
  4. Relájate y deja que tu Ser Interno decida si quieres mantener los ojos abiertos o no. Acomódate como te sientas mejor. Incluso tápate con una frazadita, pues puede hacer frío más tarde.
  5. Asegúrate de que respiras lenta y profundamente mientras tu mente se centra en la música sin tratar de entenderla ni analizarla. Ni siquiera importa recordarla después. Debes seguirla sin preocupación, hasta que tu cuerpo empiece a sentirla. Fíjate si algún sonido hace cosquillear alguna parte de tu cuerpo… Y deja que suceda… Que la música alimente ese sitio u órgano.
  6. Visualiza la música como un flujo de energía juguetona y de colores que te va envolviendo, cobijándote, arrullándote con cariño y a veces sorprendiéndote con un salto de alegría que puede hacerte esbozar una sonrisa. Otras veces sumiéndote en la lentitud de tu respiración y permitiéndote ser tu mismo, inmóvil dentro de tu cuerpo. Contento con lo que eres.
  7. Estarás feliz de haberte podido detener por unos minutos para disfrutar de esa ducha sanadora de sonidos celestiales, sin más afán que existir; sin más pensamiento que seguir el movimiento ondulante de ese río musical que te ocupa totalmente, sin darte tiempo de re-engancharte en tus preocupaciones mundanas, ni en tus obligaciones, ni en tus miedos. Por un lapso corto o largo, serás libre, volando con las notas de colores que fluctúan en la pantalla de tus párpados.

Eso es todo por ahora...

Este ejercicio te habrá enseñado, como antesala a la meditación profunda, al menos lo siguiente:
·         a concentrarte en un tema en movimiento,
·         a detener el flujo de pensamiento compulsivo, y
·         a dominar el arte de quedarse inmóvil por tiempo prolongado.

Comenzarás a disfrutar el sentirte presente. Haciendo solamente UNA cosa... que además, no es "importante". Como si fueras un rey, que hace lo que le gusta y cuando gusta.

A la vez, la música clásica hará su trabajo condicionando tus sentidos y tu organismo hacia vibraciones armónicas, y te enseñará a volar por mundos nuevos. Adicionalmente, y como valor agregado nada despreciable, es posible que tomes el gusto por la música clásica y explores otros autores del barroco como Bach, Corelli y Teleman, que también te ayudarán a desarrollar tus facultades más elevadas.

Empecemos por aquí, practicando una semana al menos. Luego haremos el ejercicio No.2.